¿Le suena?

Guillermo_Ares_Opinion

Érase una familia de solera, de las más selectas de la ciudad, en aquellos tiempos se usaba tener mucha servidumbre, recuerdan aquello de «arriba y abajo» donde los señores controlaban literalmente la vida de sus trabajadores, tanto en casa como en la empresa, generalmente una industria con docenas y centenas de empleados mal pagados, con pocas consideraciones de las sociales.

Cierto día, un revés en los negocios la familia se vio tocada en su economía gracias a una mala gestión de sus gerentes que no supieron navegar en las turbulentas aguas del mercado.

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Empezaron los tiempos de recesión, apretarse el cinturón fue el único modo de afrontar aquella debacle, se redujeron los salarios de los empleados, aumentaron las horas de trabajo para cubrir las vacantes de los que fueron despedidos, se recortaron los pocos beneficios de los trabajadores con la finalidad de reducir los gastos y afrontar aquella crisis de la empresa que tanto estaba siendo golpeada.

Una de las necesidades de su propietario era mantener el ritmo de su familia, hijos en universidades, otros en cargos en la empresa, nueras, yernos, sobrinos, cuñados, toda una gran familia mantenida a todo tren por los beneficios de la empresa desde su fundación hacía más de un siglo.

Los empleados de bajo rango empezaron a ver que aquella familia mantenía sus riquezas intactas, algunos, la mayoría las aumentaba a costa de chanchullos realizados gracias a su jerarquía o a préstamos bancarios y oficiales obtenidos para levantar la empresa que sí, se levantaba por momentos, momentos en que sus dirigentes y propietarios aprovechaban para aumentar sus riquezas.

Ni los despedidos ni los que quedaban en la plantilla fueron capaces jamás de hacer una reclamación con fuerza, sólo se quejaban en sus casas y en los bares, pero no pararon la fábrica ni se plantaron con el poder que da la mayoría oprimida.

Así un día la empresa se vendió en condiciones muy favorables a uno de los familiares que la dirigía…¿qué pasó?

Muy a pesar de sus promesas de restablecer puestos de trabajo, aumentar los salarios a sus cotas del mercado, todo cambió pero todo siguió igual.

Aquellas familias siguieron siendo los amos y su servidumbre tuvo de apretarse el cinturón para seguir manteniendo un puesto de trabajo mal pagado, mal reconocido.

Cualquier parecido con la vida real, es pura coincidencia.

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