La hipocresía de la muerte

Guillermo_Ares_Opinion

La semana pasada sufrimos un desgraciado accidente que nos dejó 80 muertos más la duda de un incremento por los heridos muy graves que tal vez no consigan superar la lucha que debaten por la vida.

Durante toda esa semana los telediarios se olvidaron de Bárcenas, dejaron que Rajoy hablara del accidente sin interrumpirle con temas de menor cuantía por respeto a los muertos y sus familiares.

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Los ayuntamientos bajaron sus banderas, hicieron un minuto de silencio, los ciudadanos les secundaron añadiendo lazos de duelo en todo aquello que pudiera estar a la vista, hasta Fernando Alonso lucía un crespón negro en su brazo derecho, eso sí, debajo del mono rojo que se quitó para que las cámaras lo pillaran en primer plano.

Las redes sociales de internet se colapsaron de lacitos, frases cursis y entrañables dedicadas a las víctimas, a sus parientes y amigos.

Una tragedia sin par que modificó el día a día de todo el país y muchos otros países donde la prensa también hizo gala de portadas vendedoras jugando al delicado equilibrio entre el morbo y el dolor.

Por no exagerar demasiado, el número de mujeres que mueren víctimas de la violencia de género, también en España en los últimos años oscila entre las 61 y las 80 cada año, eso sí, no todas juntas en la misma esquina. Pero mueren de forma violenta y desgarradora.

Intentando no seguir exagerando, la cifra de niños que mueren de hambre en el mundo, eso sí, al día, es decir, en sólo veinticuatro horas, vamos, que de una tacada, sólo es de veinticinco mil (25.000) en letras y cifras para que no haya engaños.

Cierto es que no todos en una misma esquina, pero posiblemente muchos centenares mueren en una misma aldea o región.

No veo que nadie ponga el lacito todas las noches por los 25.000 niños muertos de hambre del día, o que las televisiones hablen en sus debates y telediarios dejando a un lado los temas nacionales de máximo interés.

No veo las banderas de los ayuntamientos a media asta ni oigo los minutos de silencio de los pueblos acongojados por la tragedia.

Si lo pensamos fríamente, hay una clara discriminación de muertos, los de segunda y los otros, los que están lejos y los otros, los que preferimos no ver, no sea cosa que nos amargue la cena de todos los días, con una de vez en cuando basta para que alguien nos perdone y justificarnos ante la sociedad como personas sensibles.

Los muertos en accidentes de tráfico han llegado a ser miles al año, y jamás se conmovió la ciudadanía ni se trataron a los familiares de las víctimas de forma pública y notoria.

Yo lo llamo, la hipocresía de la muerte.

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