[Copy of] ¿Es posible comer sano?

INÉS ROIG (*)

En un mundo en que la contaminación del aire, del suelo y del agua, cada vez está más extendida y donde cada día hay más voces críticas sobre los procesos tecnológicos a lo que se somete lo que comemos, surge una duda: ¿es posible comer productos al 100% sin manipulación, sin aditivos y sin contaminación? ¿los productos que se comercializan bajo la denominación de ecológicos están totalmente libres de esas sustancias?
 ¿Que se puede hacer?
 – Apostar por el consumo de productos de proximidad, aquel que viene de agricultores relativamente cercanos.
 – Tomar frutas y verduras de temporada puede ser una garantía adicional en cuanto al producto ingerido.
 – Lavar frutas y verduras para eliminar residuos de plaguicidas, suciedades y restos de tierra que pueden aportar al alimento bacterias, virus, parásitos y contaminantes como el plomo. Las frutas y verduras deben lavarse colocándolas bajo un chorro de agua. Si están muy sucias pueden sumergirse o emplearse desinfectantes como la lejía de uso alimentario.
 – Una de las preguntas más recurrentes está relacionada con comer fruta pelada o con piel, si se opta por consumir la piel de la fruta, se debe proceder siempre al lavado de las mismas.
 – Es fundamental fijarse en el etiquetaje de los productos alimentarios. En ellos se especifican las características del producto así como si se trata de alimentos ecológicos. Estos tienen menos probabilidades de llevar residuos tóxicos, ya sean pesticidas como antibióticos, hormonas de crecimiento o cualquier otra sustancia de este tipo.
 – Tan importante es el producto como la propia higiene personal para evitar residuos tóxicos. En ese sentido hay que recordar que es aconsejable lavarse las manos antes de preparar los alimentos. Asimismo tener limpias y desinfectadas todas las superficies y utensilios usados en la preparación de alimentos. Aunque la mayoría de microorganismos no provoca enfermedades, los que pueden ser dañinos están presentes en el suelo, el agua, los animales y las personas. Estos microorganismos se encuentran en las manos, los paños de limpieza y los utensilios, especialmente las tablas de cortar, y el menor contacto puede conllevar su transferencia a los alimentos y provocar enfermedades de transmisión alimentaria.
 – Hay que separar siempre los alimentos crudos de los cocinados. Separar también de los que se consumirán en crudo y ya están limpios. Y en la nevera, conservar los crudos y los cocinados en espacios diferenciados y en recipientes tapados para evitar la contaminación entre ellos.
 – Mantener los alimentos a temperaturas seguras. Se recomienda no dejar los alimentos cocidos a temperatura ambiente por más de dos horas. Refrigerar tan pronto como sea posible los alimentos cocinados, preferiblemente por debajo de los cinco grados centígrados. Bajo esta temperatura el crecimiento de los microorganismos se hace más lento o se detiene.
 No se trata de estar obsesionado con tomar alimentos 100% sanos, pero tampoco se trata de que no pasa nada. Muchas personas trabajan para revertir y transformar la contaminación depositada en acuíferos, en el aire y en la propia tierra. Una forma de entender la existencia de la que se beneficia el agricultor, el consumidor, la sociedad y el medio ambiente.

(*) Farmacéutica

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