Entrevista con Jimmy Higueras

“El trabajo es un gran paso para la inclusión”

Jimmy Higueras conoció Dénia en 1969, a donde llegó de vacaciones con la familia. Regresaba en verano y, a partir de los 17 años, compaginó su estancia con el trabajo en varias piscinas. “Me enamoré de Dénia por muchas cosas”, indica, “por el clima, porque económicamente era más fácil vivir aquí que en Madrid, por la gente, por la calidad de vida”. Su vinculación con el IES Maria Ibars, donde ejerce como profesor de educación física de forma continuada desde hace 22 años, se remonta a un poco antes, cuando llegó como interino al viejo IFP del castillo. “Soy el único que queda de aquellos profesores que inauguramos el Maria Ibars”, precisa. Pero si por algo es conocido en la comarca es por ser el alma de la asociación Condenados al Bordillo.

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PREGUNTA: Veinticuatro años de retos, proyectos y logros con Condenados al Bordillo. ¿Cuál ha sido la mayor satisfacción?

R: Tal vez que haya gente con diferente tipo de discapacidad que ha podido trabajar con nosotros.

P: ¿Hablamos de diversidad funcional, de discapacidad, de capacidades diferentes o utilizamos cualquiera de las tres denominaciones?

R: Cuando hablas de diversidad funcional de qué hablas. Los LGTBI, monoparentales… no se sabe. No es un término que identifique. Podemos hablar de personas con discapacidad o personas con capacidades diferentes. Yo antes hablaba de personas con capacidades diferentes, pero si no estás ubicado, si no sabes de que estás hablando de discapacidad, hay gente que no puede captar a qué te refieres. Ahora prefiero hablar de personas discapacitadas, especificas más. Lo que no debes decir son personas con minusvalía, mongoles, subnormales… Políticamente correcto es también personas con diversidad. La palabra es importante pero es más importante lo que se hace con ellos.


“Los grandes dependientes necesitan muchos recursos y esto no se ve”

P: Para que la integración de esas personas sea real, han de ser aceptadas. ¿Ha cambiado la mirada de la sociedad hacia el colectivo?

R: En la última década ha cambiado mucho. No sé si es porque se ha visibilizado muchísimo más o porque se han tomado decisiones políticas importantes. El 70% de nuestro presupuesto procede de empresas privadas. El 30% restante, de decisiones políticas. En Dénia nos daban 1.250 euros y entró un concejal que nos dio 30.000. A nivel de gente de la calle, hay mayor visibilidad y colaboración. Pero más que caridad necesitamos continuidad y constancia, gente que conozca y confíe en el proyecto. Los donativos son bienvenidos pero se necesita un cambio de paradigma, que en cierto modo se ha producido. La clave son los grandes dependientes, que necesitan muchos recursos. Y eso la gente que no está muy metida en el tema no lo ve. Dentro de la inclusión, a veces se produce una exclusión sin darte cuenta. El director es muy bueno pero la película Campeones ha hecho daño, no es la realidad. Los muy dependientes no se muestran. Eso existe todavía, no se normaliza. Pero claro, es difícil, no todo el mundo tiene capacidad para estar con una persona que no habla, que la tienes que limpiar y cambiar el pañal, que agrede…

P: En esa línea de dar visibilidad está el programa ‘Som iguals, som diferents’ que llevan a los colegios.

R: Funciona de manera espectacular. Tiene un impacto real y más positivo que en los adultos. Los chavales todavía no tienen capas. Hacemos como 15 jornadas al año en la comarca.

P: ¿Sigue siendo difícil el acceso al mercado laboral?

        R: Nosotros tenemos 10 trabajadores, 5 de ellos con discapacidad.  El trabajo es un gran paso para la inclusión. Para ellos es muy importante, te sientes útil, sales de tu entorno, te relacionas con otras personas, asumes una responsabilidad, ves que eres capaz de hacer cosas, te sientes más integrado. A veces se contrata mirando las ventajas fiscales, que varían de una comunidad a otra. El porcentaje de contratación es mayor en personas con menor grado de discapacidad. Según el grado, se requieren perfiles muy concretos. Ha de ser un trabajo adaptado a esas personas y el jefe ha de saber cómo van a rendir.

P: Una de sus aspiraciones era conseguir una vivienda que facilitase la vida autónoma. ¿Cómo está funcionando?

R: En 2020 el Ayuntamiento nos cedió la vivienda, una casa destrozada que reformamos entera. Hacíamos respiros de fin de semana pero estamos colapsados y hemos priorizado realizar actividades a diario, enseñar a leer, a escribir, a cocinar, terapias, talleres cognitivos. Allí trabajamos sobre todo con personas con niveles altos de dependencia y que no tienen un centro al que acudir por las mañanas. Es un centro de apoyo y a veces vamos también a comer o cenar.


“El perfil del voluntariado ha cambiado, ha venido gente más mayor”

P: ¿Qué sería de la asociación sin el voluntariado?

R: Ha cambiado el perfil. Ahora hay gente más mayor, ha venido gente de 60 y de 70 años. Antes teníamos 80 o 90 voluntarios jóvenes al año, ahora tengo unos 25, ha bajado mucho. Todos son muy necesarios, hacen un papel importante y si no estuviesen tendríamos que pagar a personas que realizasen esas funciones.

P: Al repasar la trayectoria de la asociación no puedo evitar relacionarla con el deporte.

R: La actividad deportiva es la clave. A mí me gusta ese mundo. Pero no estoy hablando del deporte de alto rendimiento ni competitivo, que excluye. Nosotros le hemos dado a la actividad física un enfoque centrado en valores como compartir con otras personas, interactuar, relacionarse, dar un respiro a la familia, ver gente diferente, integrarse… ¿Qué pasa? Que la gente que destaca, la más autónoma, se la llevan a hacer deporte competitivo. Pero no pasa nada. Tenemos buen material específico y montamos una actividad deportiva recreativa en la que tiene cabida todo el mundo. Evidentemente, hay también un trabajo de movilidad y relacionado con la salud.

P: ¿Todavía hay lista de espera en la Escuela Municipal de Deporte Adaptado?

R: Para el próximo curso llevamos ya 103 matrículas. Muchas son del colegio Raquel Payá, a donde llevamos también la actividad todas las mañanas. Por las tardes serán unas 80 personas. Para afirmar que son muchas o pocas, tendremos que fijarnos en el grado de dependencia.

P: Hablando de deporte, qué majos los ciclistas de Angers y su Carrera Solidaria. ¡Ocho ediciones ya el año que viene!

R: Eso es precioso. Este año hemos presentado en Francia un documental de la carrera. Nos conocieron y confían plenamente en nosotros. Como la Fundación Marqués de Dos Aguas, que también colabora desde hace años.

P: ¿Qué repercusión han tenido el libro Els Colors de Pascual y los documentales que se han hecho sobre la asociación?

        R: Los documentales nos han abierto puertas. Las dos cosas nos han ayudado muchísimo, nos han dado mucha visibilidad. A raíz del segundo documental obtuvimos la colaboración de Pfizer, 25.000 euros todos los años.

P: El papel que hace la asociación es importante para las familias.

R: A mí me gusta hablar de respiro, es necesario. Hay gente humilde, trabajadora, que en verano va a tope. Aquí, en la escuela de verano que ahora ha empezado, podría haber 20 personas más. Tenemos lista de espera. Pero es inviable económicamente, estructuralmente, profesionalmente, es difícil. No es una queja, es una realidad.


“Lo copia – pega limita la capacidad de crear, de pensar y de aprender”

MUY PERSONAL

P: ¿Por qué Jimmy y no Jaime?

R: Soy exmelómano. Era coleccionista de vinilos, tengo miles en casa. El nombre viene de una canción de The Clash que se llamaba Jimmy Jazz. En mi familia soy Jaime pero, fuera de ella, nadie me conoce con ese nombre.

P: Usted está acostumbrado a lidiar con adolescentes. ¡Tarea difícil!

R: Me gusta mucho. Es más, según han ido pasando los años, me gusta más trabajar con los de la ESO. Son más activos, más dinámicos y más inocentes, no están tan contaminados.

P: La tecnología y la IA están cambiando el mundo, ¿cómo lo nota en los jóvenes?

R: He dado clase también en la universidad durante 14 años y he notado una bajada brutal, impresionante, en la comprensión lectora y un uso más débil, menos culto, de la terminología. El copia – pega limita la capacidad de crear, de pensar y de aprender, de raciocinio. Y la inteligencia artificial, también. La tecnología tiene muchas ventajas, pero también desventajas.

P: El IES Maria Ibars es la ‘base de operaciones’ de Condenados al Bordillo. Noto que aquí le quieren mucho.

R: Soy un veterano del Maria Ibars. Aquí se ha institucionalizado lo de Condenados, es fundamental en su historia. Algunos alumnos y profes, aunque sigue siendo una minoría, han normalizado lo de la discapacidad porque ven a los chicos. Aquí me han apoyado siempre.

P: ¿Por qué se ha volcado con las personas con discapacidad?

R: Hay un antes y un después de mi accidente. Tuve una experiencia cercana a la muerte, viví de cerca la muerte y el sufrimiento. Me dejaron tirado en la carretera muriéndome y no me ayudaron. Pero desde pequeño tuve siempre una inquietud, algo que me viene de serie. En Madrid veía a personas alcohólicas o con dificultades y las cuidaba, me fui también a Bolivia a cuidar a gente. Tras el accidente, en el que perdí los cuatro dedos de la mano, surgieron esas ganas de hacer cosas por los demás y empecé a profundizar en el ser humano, a leer mucho de psicología y de temas de conciencia. En el año 1994 contacté con un chico que se desplazaba en silla de ruedas, Juan Luis, y en 1996 fraguamos Condenados. En 2001 le dimos forma oficial.

P: ¿Ha pensado en vivir de nuevo en Madrid?

R: Me crie en un pueblo, en Navacerrada, allí es donde hice amigos. Dénia me cautivó. Aquí se vive muy bien, hay calidad de vida y gente muy maja. Es muy diferente la gente mediterránea, ni mejor ni peor, y creo que el clima es determinante. Me encontré un entorno excelente. Mi ex mujer, Ana, también es de Dénia. Tengo a mis hijas y a mis amigos aquí. Volvería a Madrid de mayo a octubre, pero a la Sierra.

P: Les Rotes, ¿mejor en invierno?

R: Me encantan. En los últimos 5 o 6 años se ha dado a conocer más y ahora está más lleno. En invierno es un paraíso. Me gusta también mucho el interior de la comarca, es brutal.

P: En una campaña de Turismo, durante el covid, daba usted una receta para salir adelante: escuchar a nuestro corazón. ¿Escucha usted el suyo a menudo?

R: Sí. Nos cuesta hacernos las preguntas profundas. Hay que escuchar el corazón y a los demás. La mejor medicina es querer y ser querido.

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