Cosas de la mar de Xàbia (XI): Valentin Ros, carpintero de ribera

juan_bta_codina_basCuando Valentín se casó, su vida cambió: la mar va a menos y la carpintería de ribera va a más. Después de 1970 se especializa en construir barcos pequeños, de entre 5 y 6 metros y adquiere fama de hacerlos fuertes y bonitos. De su matrimonio nacen Amadeu, Ana Marí y Joan Batiste.

Las personas no tenemos muchas veces una línea clara en una actividad profesional y surge una experiencia al montar el supermercado ‘Toscal’ en Cap Martí. Pero tras la experiencia, vuelta a la construcción de barcos. En 1971 se hace patrón de pesca y con esa titulación puede mandar barcos hasta de 53 toneladas. A los 70 años se jubiló pero su relación con la mar no concluyó porque sigue manteniendo su unión con la mar a través de sus hijos.

Es interesante el influjo en sus hijos de su amor a la mar. Amadeo, su hijo, desde joven siente la llamada de la mar, pero no desde la tripulación sino desde el mando de un barco. Valentín desde su afición y viendo las aptitudes de su hijo hacia la mar, accede a sus deseos y hacia el año 1980 compra el ‘Cap Prim’ de Campello en sociedad con Juan Bta. Santacreu y Juan Torres. Cuando lo compraron estaba el barco casi abandonado y ellos lo ponen en marcha. En 1987 Amadeo ‘quiere mandar el barco’ y de golpe, se va a la pesca de la gamba, lo cual constituía una novedad, por no haberse dedicado antes a este tipo de pesca, pero se considera apto para ello. En 1989 le cambian el motor y así llegamos al año 2003 cuando compran el ‘Cap Prim segón’ que es construido para ellos. Desde entonces, sus hijos Amadeo y Juan salen cada día a la mar y Valentín los espera al regreso para ver el resultado de la pesca de ese día. Hoy cuando llegan las barcas, los dueños ya saben si el día ha sido bueno o no, porque con los móviles se conectan y el resultado es dado a conocer casi al instante. Antaño había que esperar en el muelle, esa lenta espera cada día, para saber si el día había sido bueno o no y si había habido algún percance o no. ¿Cuánto ha cambiado la vida en general y de los marineros en particular?

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Valentín pertenece a una saga de marineros o de personas para las que la mar tiene un componente familiar y al mismo tiempo de aventura. Su padre Amadeo tuvo dignas historias que podrían constituir un relato para llevar al cine o para novelarlo. Comenzó desde tareas marineras, como faenas de cubierta o de máquinas en barco de vapor, pasando por sus seis meses reparando la máquina de vapor en el muelle del Támesis al comenzar la guerra europea (1914) o sirviendo en vapores holandeses hasta que decide emigrar a Nova York, lo que hizo en 1920 con cédula de su hermano dado que era menor de edad, y donde permaneció hasta 1922, año en que regresó a Xàbia. En 1923 se casó con Ana María Ros Buigues y tras nacer Valentín se instalan en el ‘sequer’ que pasaría a denominarse del tio Amadeo y de la tía Anita. Así comienza una nueva etapa combinando los dos oficios de calafats i mariners

Amadeo, el hijo de Valentín, añade a su trabajo marinero, el deseo de dar a conocer sus experiencias en la mar y para ello ha puesto en marcha un blog donde va escribiendo sobre aquellos aspectos del mundo marinero en los que se involucra. En barcadebou.blogspot.com podéis encontrar sus escritos para conocer todo ese mundo especial y por la pluma de un experto.

Valentín, ya lo dijimos, se casó con Rosa. Y después de cenar, Rosa arranca del piano hermosas melodías y a veces las horas transcurren sin sentirlo, porque Rosa pierde la noción del tiempo ante el teclado y Valentín, a su lado, en un duermevela, deja reposar su cabeza sobre el pecho. Luego a dormir. Mañana será nuevo el día y la mar seguirá ah, esperando quien la surque.

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