Si ve usted la TV y va recorriendo canales, dándole al mando, siempre hay un canal en el que un grupo de doctos tertulianos discuten entre ellos sobre la crisis, el déficit presupuestario, los recortes, etc. Cada tertuliano da una receta de como solucionar la enfermedad. El que les escucha, acaba con la sensación que no hay remedio y que el enfermo, la economía española, se muere.
Lo mismo ocurre con los programas de radio. Todos opinando, contra la crisis, contra los gobiernos, pero sin dejar un agujerito por donde se puedan ver las estrellas. Solo se ven nubarrones de tormenta. El sueño no llega, no es reparador, porque está lleno de pesadillas.
De buena mañana, la primera noticia que escuchamos es la intervención de un banco, el rescate de una administración, el aumento de la prima de riesgo y de los intereses que tendremos que pagar, porque esos intereses de los bonos que compra el Estado para tener liquidez con la que dicen que pagarán a los acreedores, los pagamos la ciudadanía y ¡a qué precio!.
Ni una sola noticia que alivie nuestra ansiedad, que aumente nuestro ánimo, que insufle un poco de moral, porque la ciudadanía la tiene por los suelos. Ya me dirán que ánimos tienen los que al llegar a su empresa se la encuentran cerrada, o los que van todos los días a las oficinas del INEM, con la esperanza, casi siempre fallida de encontrar un empleo basura, para poder subsistir unos días más. Aumenta el paro, porque los ajustes todavía no han permitido, eso dicen, ocuparse de lo que realmente elevaría la recaudación de las administraciones públicas y de la Seguridad Social, de la que dependen pensiones y subsidios lo que pone el corazón encogido a los que de un modo u otro dependen de esas administraciones. Tal como ponen el panorama, se espera que un día se anuncie que ya no hay más dinero y que hay que recortar definitivamente pensiones, subsidios, prestaciones…
Para rematar, se anuncia que habrá menos médicos, que se reducirá el personal sanitario, que se cerrarán salas y se reducirán camas hospitalarias. También se anuncia que no hay dinero para los dependientes, ni para contratar más educadores. ¿Cómo asistir a los ancianos, enfermos crónicos? Porque si muchas familias no tienen dinero para subsistir, ¿cómo van a pagar a alguien que cuide a esas personas? ¿Y si esas familias no pueden buscar un jornalito, porque tienen que atender a sus viejos, que tienen una pensión ridícula, de que van a comer…?
Esta sociedad, que tan ufana estaba hace unos pocos años, ahora está al borde de la desesperación, en parte porque no hay ningún responsable político que le haga llegar un mensaje de esperanza, aunque sea mínimo. Aplazar la salida de la crisis para dentro de años, dos o tres, según el Prozac que se haya tomado el informador, es desesperante para los que ya no pueden aguantar ni un segundo más.
La respuesta a esta situación es hasta ahora la apatía, el dejar hacer, el estarse quieto para ahorrar, al menos, energía. Solo quiero pensar que esa apatía se convierta en empuje, energía, ganas de salir del agujero. Esos que se están haciendo de oro que den una oportunidad para que se pueda salir adelante, simplemente dando una mínima parte de lo que les sobra para que poder emprender proyectos que sacarán a muchos del pozo.