INÉS ROIG (*)
A lo largo de los años, el progreso científico en la salud ha sido incuestionable. Pero en un pasado no tan lejano se prescribían tratamientos y fármacos que hoy en día ningún médico se atrevería a recetar debido a sus efectos nocivos o a su escasa efectividad.
Los avances médicos han permitido mejorar y alargar nuestra calidad de vida, también es cierto que el progreso supone avanzar a base de ensayos y errores. Y estos, a lo largo de la historia, han sido numerosos. Existen algunos casos realmente impactantes:
Unos litros de sangría. La teoría es que el cuerpo estaba lleno de cuatro fluidos (sangre, flema, bilis amarilla y bilis negra). La idea era que si se dejaba escapar la sangre tóxica, mala o enferma, entonces se restablecería el equilibrio. La sangría fue un remedio muy popular. La sangre que había que sacar a menudo dependía de las condiciones astrológicas, de la estación del año y de la localización geográfica del enfermo. La técnica habitual consistía en aplicar un pequeño corte en la vena o también con la ayuda de sanguijuelas.
Vicios que curan. En la antigüedad y a lo largo de la Edad Media era frecuente recurrir a drogas o hierbas para curar enfermedades. El preparado más común era la tríaca compuesta por varios ingredientes, incluyendo el opio y la carne de víbora. Si la tríaca parece hoy un fármaco de lo más estrambótico y de eficacia dudosa, hay que recordar que las alternativas de la época tampoco eran muy de fiar. Baste pensar en la doctrina de doctor Brown, según la cual la vida no se mantenía más que por excitabilidad. Su receta: aumentar la estimulación del organismo con una dieta abundante en carnes condimentadas, uso generoso de vinos, licores y drogas, como alcanfor, éter y opio.
Jarabe milagroso. Shooting Syrup es el nombre de un medicamento que alcanzó una cierta popularidad en el siglo XIX. El preparado tenía derivados de morfina, cannabis, heroína, opio y cloroformo. ¡Y todo en un único producto! Lo más inquietante es que se recomendaba su uso para calmar la tos de los niños.
Medicina heroica. Bayer que hoy comercializa productos de éxito como la Aspirina, llegó a vender heroína al gran público. Según la prescripción médica servía, entre varios usos para calmar la tos. Este producto se comercializó cuando la tuberculosis y la neumonía hacían estragos y había que evitar que la tos y el catarro fueran a más. Se bautizó a la sustancia con el nombre de Heroína, porque los trabajadores de la Farmacéutica, que probaron el remedio, decían sentirse “heroicos”. Se vendía en frascos, tabletas, pastillas y otros formatos.
Una sonrisa radiante. A principios del siglo XX se destacaban los éxitos sorprendentes obtenidos en la patología y la terapéutica mediante el radium. Se llegaron a vender varios tipos de medicamentos, el Radithor para curar el cáncer; la pasta dental Doramad para aumentar las defensas de dientes y encías además de cremas de belleza y supositorios que mejoraban la virilidad del hombre.
Los médicos recomiendan fumar. El tabaco perjudica la salud, lo sabemos. Pero no siempre ha sido así. El tabaco se empleaba como remedio para el dolor de cabeza, el reuma, el dolor de estómago, las heridas y las llagas. En particular, gozó de gran popularidad el uso de rapé, polvo de tabaco para aspirar. Pero lo más sorprendente a nivel de tratamiento fue la insuflación de humo de tabaco por vía rectal indicado para dolores de cabeza, problemas respiratorios, calambres de estómago y para el tratamiento del cólera.
Potencia eléctrica. Antes de que llegara Viagra había que ingeniárselas de alguna manera. En el siglo XIX se creía que la electricidad servía para curar la impotencia masculina. Se vendían cinturones que, una vez atados a la cadera del hombre, producían una pequeña descarga eléctrica. Solía aplicarse durante la noche. El aparato prometía eliminar las disfunciones sexuales.
El réquiem de Mozart. Desde tiempos remotos, se usaba el mercurio para curar heridas y contra el estreñimiento. Se consideraba eficaz para la eliminación de bacterias en la piel. Se aplicaba en forma oral, por medio de fricciones o inhalación de vapores. Pero ahora se sabe que el mercurio es tóxico y prácticamente no tiene ningún valor terapéutico. Todavía hoy se usa en ciertos empastes dentales.
(*) Farmacéutica