De bibliotecas, libros, internet… (V)

juan_bta_codina_basPara culminar lo dicho en mi anterior artículo señalaré que en Xàbia existe una memoria del monasterio en aquella ermita que tuvo como santos protectores a San Hermenegildo y San Martín citada por el arzobispo Fabián y Fuero en 1791. Pero también hay memoria en la abundancia de personas que llevan por nombre Hermenegildo o Hermenegildas y hasta el apodo ‘Mildeta’ tiene este origen.

Era mi deseo en esta serie hablar de las bibliotecas de las que me he servido a lo largo de mi vida, y poco a poco va evolucionando por otros derroteros. Porque no sólo de bibliotecas me he servido sino también de archivos, hemerotecas e instituciones que tienen libros, documentos, periódicos, revistas, etc. etc., de donde se puede obtener información y también de conversaciones y tertulias, de entrevistas y de experiencias que van conformando ese acervo moral y cultural que se va adquiriendo paulatinamente.

He mirado en el diccionario etimológico de Joan Coromines y me he quedado asombrado cuando he descubierto que Biblioteca viene del griego Biblion = libros y theque compuesto de theke = caja, derivado de tithemi = coloco. Es decir, la Biblioteca sería como una caja que contiene libros, y esto se extiende a hemeroteca, discoteca, fonoteca, videoteca, vinoteca o habría que decir ‘enoteca’.

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Pero a la biblioteca van personas y ahí tenemos un ámbito social. Pero también este diccionario nos habla de otros términos relacionados como bibliófilo, bibliografía, bibliología, bibliomanía…

Cuando llega la época de los exámenes algunas bibliotecas, de las universidades sobre todo, se abren 24 horas, porque son los lugares en que los alumnos van a estudiar para prepararse, buscando una concentración y un espacio y tiempo en que no haya interrupciones.

Pero esta serie quiere hablar de las bibliotecas que contienen libros en los que hay información que el que desea investigar o trabajar en un proyecto o idea puede encontrar algo de que servirse para eso que desea hacer. También las bibliotecas buscaban conocer aquello que podía ser útil y también aquello que había que debatir, discutir y prohibir.

En este caso las bibliotecas tenían su sección prohibida. Era lo que se ubicaba en el ‘infierno’ de las bibliotecas, un armario o un recinto cerrado donde se encontraban aquellos libros que no se podían leer y sólo un grupo muy restringido y con muchos permisos podía hacerlo. Allí estaban los libros censurados como los del llamado ‘índice de libros prohibidos’. Cuando la Inquisición hacía una quema de libros, siempre se reservaba algún ejemplar para los ‘doctos’ y que pudiera servir para conocer los fundamentos del considerado enemigo y poder rebatir sus argumentos. Hace poco una biblioteca de Valencia, en una iglesia, al querer ensanchar el coro, tuvo que tirar una pared y tras ella descubrió un espacio (el infierno) en el que estaban guardados una cantidad importante de libros prohibidos de siglos pasados. Por supuesto que en el Infierno estaban todos los libros que hablaban de sexo. Tema tabú por excelencia.

Cuando hoy uno quiere trabajar sobre un tema concreto, puede ir a una biblioteca y también puede hacerlo desde su casa buscando en internet. Hoy están digitalizados muchos libros y en ellos podemos encontrar muchas cosas que antes era muy difícil encontrar, o de ediciones agotadas. Pero también ahí está ‘el infierno’ cuyo último ejemplo lo tenemos en el presidente francés que desea ‘censurar’ toda obra que trate de terrorismo yahidista.

Nos dejamos el ‘infierno’ de las bibliotecas para hablar del Paraíso y con José Luis Borges en su ‘Poema de los dones’ poder decir: «Yo, que me figuraba el Paraíso bajo la especie de una biblioteca».

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