De bibliotecas, libros, internet… (IV). El Monasterio Servita en Jávea y D.Roque Chabàs

juan_bta_codina_basVamos a incidir en lo del monasterio visigodo de Santi Martini o Servita, en el promontorio ferrariense y al que aludíamos en el anterior trabajo. En 1917 El Almanaque Las Provincias publicó un artículo inédito de D. Roque Chabás ‘Una villa en la Edad Media’ que fue transcrita en edición muy cuidada por el Rotary Club de Jávea en 1995 con motivo del 150 aniversario del nacimiento del canónigo y con introducción del comisario de dicho aniversario, Manuel Bas Carbonell.

Pues bien, tres años después, en El Almanaque Las Provincias de 1920 apareció una segunda parte titulada: ‘Los orígenes de una villa’ donde aporta nuevos datos relativos a Jávea. Ambos artículos estaban destinados a El Archivo, pero el nombramiento de canónigo hizo que esta publicación dejara de editarse y por ello el dianense Antonio Mesa los facilitó a Las Provincias. Es una lástima que la edición de 1995 no se hubiera completado con la aportación realizada por D. Roque Chabás en 1920, porque de esta forma hubiéramos tenido una visión más completa compilada en una sola publicación. En ambos casos se tratan de trabajos póstumos.

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Pero vayamos a lo que dice D. Roque Chabás sobre el monasterio que da título a este artículo y es que los monasterios aparte de su fin ascético, tenían otro eminentemente científico y social. Allí enseñaban teología, derecho, matemáticas, historia, artes agrícolas y toda la cultura… y también allí se aprendía y se mantenía vivo el saber.

Fundó el monasterio de San Martín un monje llamado Donato, sujeto a la regla de San Agustín. Este monje huía de las persecuciones que le afligían en África y embarcó con sesenta religiosos que le siguieron con su selecta biblioteca llegando con su nave al promontorio Ferrariense donde desembarcó. Era el año 567 y el trono visigótico lo ocupaba el rey Liuva.

Ayudados por una rica y piadosa dama llamada Minicia, edificaron el Monasterio cerca del cabo que ha tomado su nombre. El Padre de la orden de Predicadores, Francisco Segarra, en un sermón a los mínimos de Jávea, dijo: «Las órdenes monásticas en esta villa tienen glorioso abolengo: el monasterio de San Martín en la ciudad de Servita de los tiempos visigodos, cuyas ruinas se hacen patentes en la propia orilla del mar, junto a la laguna(de la Fontana) y el de San Jerónimo en el monte cercano, incendiado por los moros, del que quedan vetustos muros y modesta capilla. Dios omnipotente y el seráfico San Francisco, harán de este de mínimos, siervos de Dios, sea ejemplo de caridad y ciencia».

Este monasterio tuvo cierta celebridad; dio tres obispos a la diócesis Dianente, fray Benaldo que murió el 626, fray Juan que le sucedió y en el año 699 Fray Bedeón. El fundador, San Donato, tuvo gran predicamento siendo venerado su sepulcro y tenido por milagroso.

Por el año 580 su abad Entropio asistió con San Leandro al Concilio de Toledo. Es posible, señala Chabás siguiendo al Turonense, que este abad se enfrentara a los soldados en el relato que hace de la persecución por Leovigildo de su hijo Hermenegildo. Llegó el ejército de Leovigildo a San Martín. Los soldados allanaban las casas religiosas y sabedores los monjes de que todo lo destruían y robaban, despavoridos se esconden en la isla próxima (¿l’Illa del Portitxol?), dejando sólo al viejo abad. Llegan los godos y uno saca la espada contra el santo anciano para segarle la cabeza, pero el soldado cae de espaldas y muere. Los demás, llenos de terror, huyen y el rey ordena devolver al monasterio lo robado.

El relato coge fuentes históricas, que no han podido ser comprobadas, pero si que Chabás nos habla de este monasterio como contenedor de una importante biblioteca que ya poseían los monjes en África y que incrementarían en los años que estuvieron en esta tierra hasta que el monasterio fue asolado por el tiempo y las circunstancias.

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