¿Conoció Gustavo Adolfo Bécquer a Fernando Cholbi de Guillermo?
Tengo un nieto de tres años que cuando comíamos dice todo serio: ‘Tengo una hipótesis’. Cuando, boquiabierto por esa afirmación, le pregunto ¿Qué es una hipótesis?, me contesta su hermana que está en el límite entre los 5 y 6 años: Una hipótesis es una idea que se puede probar. Ahí sí que me quedé con la boca más abierta al ver que con tan corta edad, pudieran tener esa conversación de adultos, pero adultos inmersos en el mundo intelectual.
A los pocos días descubro que esas dos afirmaciones están colocadas en los diálogos de unos dibujos animados que se emiten con frecuencia. Pues bien, al hilo de estas cuestiones quiero presentar una hipótesis que tiene sus visos de posibilidad.
Gustavo Adolfo Bécquer (1836-1870) escribe las leyendas y entre ellas figura la de «Maese Pérez, el organista» cuya acción sitúa en Sevilla. En su obra no tiene ninguna leyenda valenciana aunque sí una Provenzal. ¿Quién era Maese Pérez? Si leemos la leyenda becqueriana sabremos que era un organista de la iglesia de Santa Inés de Sevilla. «Pues es un santo varón pobre, si, pero limosnero, cual no otro… Sin más pariente que su hija, ni más amigos que su órgano, pasa su vida entera en velar por la inocencia de la una y componer los registros del otro… ¡cuidado que el órgano es viejo!… Pues nada; él se da tal maña en arreglarlo y cuidarlo, que suena que es una maravilla… Como que lo conoce de tal modo, que a tientas… Porque no sé si os lo he dicho, pero el pobre es ciego de nacimiento…».
Pues bien, en aquella Jávea de final del siglo XVIII e inicios del XIX también nos encontramos un organista ciego. Se trata de Fernando Cholbi de Guillermo, sobrino del pavorde. Hemos de decir que el Pavorde D. Pedro Cholbi ya había fallecido y en aquel momento y al que hacemos referencia era pavorde D. Jaime Catalá.
La historia del organista ciego es interesante por cuanto nos indica que para la música sólo vale el sentido del oído y lo demás puede estar poco agudizado. También Joaquín Rodrigo era ciego desde los tres años. No sabemos si Fernando Cholbi de Guillermo era ciego de nacimiento o de una edad más tardía, pero los documentos consultados si que nos hablan de esa ceguera y posiblemente sea muy temprana porque cuando tiene que firmar un documento en 1803, no lo hace por no saber firmar. Si hubiera quedado ciego en una edad más tardía, posiblemente hubiera podido hacer un garabato al menos.
Los organistas de la segunda mitad siglo XVIII fueron Juan Gandia (hasta 1793), Florencio Tur (1794-96), un sobrino de Florencio Tur que está siete meses. En 1799 tras poner varios edictos sobre la necesidad de un organista se contrata a Antonio Savall, vecino de Oliva. El padre de Antonio Savall muestra descontento de que su hijo esté en la villa de Jávea y en 1800 se elige a Fernando Cholbi de Guillermo, el ciego. Pero desde ese momento tañen el órgano tanto Antonio Savall como Fernando Cholbi.
No sabemos si estuvo mucho o poco tiempo tañendo el órgano de la parroquial iglesia de San Bartolomé, pero seguro que cuando entraron los franceses, estaría nuestro organista defendiendo su órgano, cuidando sus registros y en la penumbra de la iglesia oiría el ruido de los sables, los tiros y los gritos de unos que querían entrar y otros que querían impedirlo. Seguro que en el saqueo posterior, el órgano fuera un elemento a destruir junto a otras muchas cosas.
Si Bécquer conoció esta historia, seguro que sobre ella construyó su leyenda y si no la conoció, bien pudo escucharla, porque además en Jávea está la calle Sevilla y la calle Triana.