Tiroides, la glándula caprichosa

INÉS ROIG (*)

La tiroides produce unas hormonas esenciales para el organismo, que regulan el metabolismo del cuerpo humano. Cuando hay alteraciones se manifiestan síntomas a menudo difíciles de diagnosticar.
Esta pequeña glándula en forma de mariposa situada en la base del cuello, justo debajo de la tráquea, desempeña un papel clave. Elabora, almacena y libera hormonas que activan el metabolismo y regulan la función de cada órgano, tejido y célula del cuerpo humano.
Así, su funcionamiento afecta a la frecuencia cardiaca, a nivel del colesterol, al peso corporal, a la fuerza muscular, al estado de la piel, a la regularidad menstrual y a la memoria. Influye en el crecimiento, regula la asimilación de proteínas, hidratos de carbono, grasas, vitaminas y la energía que necesitamos.
Es una glándula un tanto caprichosa. Cuando no funciona de forma adecuada, da lugar a una serie de problemas. Nos vamos a concentrar en dos patologías: el hipotiroidismo y el hipertiroidismo.
Hipotiroidismo: Este caso es el más habitual, representa un 80% de los casos, frente a un 20% de casos de hipertiroidismo. Este proceso ocurre en un periodo de tiempo relativamente largo, lo que complica el diagnóstico. Además, cuando la tiroides enferma, comienza a fabricar hormonas de peor calidad, de menor efecto, un tanto descafeinadas. Algo que es difícil de diagnosticar mediante un análisis de sangre corriente.
Poco se sabe sobre la causa. Puede haber factores hereditarios, influencia de estrés, de la contaminación ambiental y el régimen alimentario.
Las manifestaciones de hipotiroidismo son muy amplias: pérdida de memoria depresión, desánimo, sensación de frío, dificultad para perder peso, fragilidad de uñas, sequedad de pelo y piel, cansancio, aumento de colesterol estreñimiento, dolor muscular, retención de líquidos, etcétera. Es como si pusiéramos en un coche gasolina con menos octanos de lo habitual: la respuesta del motor no es la correcta y no va como debería.
Para encontrar la causa del hipotiroidismo, se deberá examinar la zona del cuello (con palpación), además de pruebas de sangre y, si fuera necesario, una ecografía.
Para curarse bastará asumir medicamentos que contienen la cantidad de hormona tiroidea que falta. Eso sí: será complicado alcanzar el equilibrio y es recomendable someterse a revisiones periódicas. Normalmente se prescriben dosis crecientes antes de encontrar el punto óptimo. Una vez que se consiga, entonces bastará hacer controles cada seis meses o cada año dependiendo de los casos.
Hipertiroidismo: Esta alteración es frecuente entre mujeres de 20 a 40 años. Las causas no están claras. Debido a la excesiva producción de hormonas tiroideas, la glándula se vuelve hiperactiva. En este caso, la tiroides es como un coche sin freno, se desboca y actúa de forma acelerada.
A diferencia del hipotiroidismo, este trastorno es más peligroso, porque es más difícil de controlar, aunque es más fácil de detectar.
Los síntomas del hipertiroidismo son: fragilidad del cabello, irritabilidad, insomnio, taquicardia o arritmia cardiaca, osteoporosis, aumento del apetito pero bajada de peso, sudoración, debilidad muscular, etcétera.
También en este caso será difícil de calibrar la dosis.
Acertar las cantidades es complicado, porque cada persona tienen su propio metabolismo. La tiroides es una glándula caprichosa. Pero como en las mejores familias, a veces hay que hacer caso a sus “rabietas”, porque ella, al final, es la que manda.

(*) Farmacéutica

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