La muerte súbita en el deportista

Dr. V. PALAZUELOS BERTÓ (*)

El pasado fin de semana, el mundo del deporte en general y el del fútbol en particular, quedó (una vez más) conmocionado por la parada cardiaca que sufrió el futbolista de Muamba de origen congoleño del Bolton (Inglaterra), de forma súbita, en medio de un partido, de forma similar a los malogrados Antonio Puerta o David Jarque, de nuestro país, y que están en la memoria de todos. En el momento de escribir este artículo, parece ser que se ha logrado sacar de su situación crítica (mantenimiento vital mecánico), tras estos hechos, surgen unas preguntas evidentes: ¿Por qué se producen?, ¿no se pueden evitar?, se supone que estamos hablando de deportistas de “elite”.
 Los últimos años han supuesto un cambio rotundo en el manejo de diversas patologías, y se ha pasado de la imposición de reposo absoluto y prolongado en enfermedades como el infarto de miocardio, a la prescripción de ejercicio físico precoz y de intensidad progresiva, aunque bajo control médico. El ejercicio físico se aplica en muchas patologías cardiovasculares donde juega un papel muy destacado en la mejora de la calidad de vida de muchos pacientes, especialmente jóvenes y adolescentes, con enfermedades cardiacas crónicas.
 La generalización de la práctica deportiva en los países desarrollados hace necesaria una información más precisa sobre las recomendaciones que ha de seguir para practicar cualquier deporte con el menor riesgo posible. Aunque su eficacia es aún motivo de gran controversia, el reconocimiento médico previo a la competición está dirigido a identificar a aquellos deportistas con mayor riesgo potencial durante la práctica deportiva de competición y a prevenir el fatal acontecimiento de una muerte súbita, como es el caso que estamos planteando esta semana.
 Uno de los objetivos del reconocimiento cardiológico precompetición es descubrir cualquier enfermedad, lesión o patología cardiaca que constituya un riesgo vital para el deportista, y supongan una contraindicación médica absoluta, relativa o temporal para la práctica de actividad física.
 En Europa, Italia es el único país en el que existe desde 1971 una ley de protección médica para actividades deportivas, que obliga a sus deportistas a obtener un certificado de idoneidad previo a la competición. En el resto de países, sólo se exige pasar reconocimiento médico en determinadas actividades como el buceo, el motociclismo o el boxeo. Esto está fundamentado en razones económicas basadas en la relación coste-efectividad, ya que según ciertos autores sería preciso reconocer a más de 200.000 deportistas para evitar 1 sólo caso de MS (muerte súbita) Las enfermedades cardiovasculares constituyen la principal causa de mortalidad relacionada con el ejercicio. La historia natural de alguna de estas enfermedades como la miocardiopatía hipertrófica (MCH), es desconocida, pero su tratamiento y sobre todo la exclusión para la práctica deportiva, han resultado efectivos para reducir la mortalidad.
 En la población joven (<35 años) el reconocimiento debe ir fundamentalmente encaminado a despistar la MCH, las anomalías de las arterias coronarias y la patología aórtica. Muchos deportistas con patología tienen una exploración física e incluso un ECG rigurosamente normales, y han alcanzado un elevado rendimiento deportivo. Por ello una simple historia clínica y exploración física resulta muchas veces insuficiente. Sin embargo el ECG parece ser la prueba más fiable, siendo especialmente útil para el diagnóstico de ciertas patologías que como los síndromes de Wolf-Parkinson-White y del QT largo9.
 El ecocardiograma aunque no es una técnica infalible, ya que pueden darse casos de MCH con escasa hipertrofia, es la única manera de detectar esta patología. En cualquier caso en todo deportista joven con espesores parietales superiores a 13 mm debe descartarse la presencia de una MCH y de confirmarse el diagnóstico, se deberá desaconsejar la competición ya que el riesgo de MS es especialmente elevado entre los 14 y los 35 años, incluso con hipertrofia ligera o localizada.
 En mayores de 35 años la cardiopatía isquémica es la causa más frecuente de MS. nos llevan a recomendar 2 tipos de reconocimiento: uno básico y otro avanzado. El básico estaría dirigido a conceder la aptitud para la práctica de ejercicio físico intenso y deporte recreacional o federado de base, y constaría de historia clínica, ECG de reposo y prueba de esfuerzo al menos submáxima para valorar la capacidad funcional. Si el deportista es menor de 35 años pero con antecedentes de MS en un familiar de primer grado, se le debería recomendar un ecocardiograma. Si es mayor de 35 años y presenta dos o más factores de riesgo. Si el deportista presentara una bradicardia menor de 40 lpm en el ECG de reposo, extrasistolia ventricular frecuente en el ECG de reposo o de esfuerzo, o una taquicardia paroxística durante la prueba de esfuerzo, debería además recomendarse monitorización electrocardiográfica continua tipo Holter. La indicación de esta prueba se fundamenta en su utilidad para evidenciar tanto la presencia de arritmias parafisiológicas secundarias a hipervagotonía como para establecer la relación de las arritmias hiperactivas con el entrenamiento.
 Antes de conceder la aptitud para la práctica deportiva es conveniente (hay que tener en cuenta) tener presente una serie de consideraciones, como son el nivel de dedicación, tipo de deporte practicado, edad del sujeto, y la ausencia o presencia de cardiopatía.

(*) Médico especialista en Cardiología y Medicina Interna.

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