Sol de otoño

INÉS ROIG (*)

En este periodo muchas personas se levantan antes de salir el sol para acudir al trabajo y regresan a casa cuando ha anochecido. Y un alto porcentaje de ellas habrá pasado la jornada en un espacio cerrado, con luz artificial.
 La cantidad de luz influye en la vida y el estado de ánimo de todas las personas: una mayor claridad contribuye a la activación (sea en forma de alegría o de ansiedad) y menos luz se relaciona con depresión, lo que justificaría que algunas personas sienten que durante los meses de otoño e invierno entran en una especie de letargo caracterizado por somnolencia, dificultad para concentrarse, bajo estado de ánimo…
 El sol, además de ser imprescindible para sintetizar vitamina D, es fuente de calcio para huesos y dientes, mejora la respuesta muscular, reduce la presión sanguínea y la respuesta inmunológica, disminuye las infecciones respiratorias, mejora la respiración en los asmáticos, reduce el colesterol y aumenta la hemoglobina en sangre.
 Pero a pesar de todas estas y otras propiedades beneficiosas, muchos especialistas insisten en que también está demostrada la vinculación entre las radiaciones del sol y el melanoma.
 Hay que buscar un equilibrio entre el riesgo de déficit de vitamina D en personas que se solean poco, como los ancianos que están en residencias o apenas salen de casa, los bebés y niños que salen a la calle absolutamente cubiertos de ropa, las personas que se pasan el día en la oficina o las que utilizan siempre filtros solares, y el riesgo de fotoenvejecimiento, cáncer de piel y cataratas por exceso de radiación ultravioleta. Y la clave está en exposiciones cortas, entre 5 y 30 minutos según la época del año, dos o tres veces por semana.
 El contacto con la luz solar durante los meses fríos estimula la producción de cortisol, que hace que el cuerpo sepa que tiene unos horarios, disminuye la inflamación, de modo que resulta beneficioso para todas las enfermedades que cursan con dolor, y también incide sobre los niveles de serotonina, que regula los estados de ánimo y resulta beneficioso para la salud mental.
 La larga lista de efectos terapéuticos que se atribuye a las radiaciones solares no significa que sean beneficiosos para todo el mundo. Solearse está absolutamente contraindicado para aquellos que tienen alergia al sol, insomnio, hipotiroidismo, anemia por falta de vitamina B12, enfermedades cardíacas graves, nefritis o cáncer de piel.
 En mi opinión, lo mejor es utilizar el sentido común, protejamos nuestra piel durante las horas centrales del día en verano y aprovechemos ahora el sol de otoño e invierno realizando actividades al aire libre durante el mediodía o los fines de semana, comamos una dieta equilibrada y sigamos los consejos del médico si nos indica suplementos de vitamina D.

(*) Farmacéutica

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