Tuve la oportunidad de pasear durante una semanita por Dénia, abrí mi ojo más crítico y tomé notas de todo aquello que me fue llamando la atención.
Para mi pesar, la Dénia que conocí en los noventa ya no existe, eso ocurre generalmente con todas las poblaciones cuando echamos el ojo hacia atrás, en este caso la pena es que ahora estoy ante una ciudadela triste, algo vencida, casi descuidada, al menos en apariencia.
Docenas de locales vacíos que se venden o alquilan, persianas ya oxidadas de no abrirse, ventanas sucias de no limpiarse dejan entrever el desnivelado y deteriorado cartel con un número de teléfono casi ilegible en algunos casos.
Paredes en escombros, escaparates en ruinas por todas partes, en las mejores y peores zonas, como dice el tango: «en el mismo lodo, todos manoseaos».
Pero, siempre hay un pero, algunas cosas están realmente bien, hasta lindas, incluso algunas que me habían calificado como feas, por ejemplo el túnel debajo del castillo.
Si bien es cierto que el raro, feo, horrible y seguramente inútil edificio de la entrada con ascensor incluido, sobra en la entrada de la calle La Mar, o al menos, si era necesario ya se podría haber hecho otra cosa más a tono con el mundo en que estamos, la obra metálica de chapas de hierro oxidado ha quedado hasta bien.
Quiero suponer que se trata de proteger a los caminantes de posibles goteras producidas por la inevitable filtración de agua de las piedras o de pequeños derrumbes de piedra y tierra que se pudieran suceder con cierta frecuencia y de forma inevitable.
Pues, dejando a un lado las luces, que parecen de otro decorado o de otro autor, el resto está bien resuelto y armonioso.
Por fin, mi vieja propuesta de peatonizar el centro… en fin, algo coja sí queda, porque originalmente sugerí que desde la calle La Mar hasta el Paseo de Saladar, ambas incluidas y desde la Glorieta hasta el Puerto, todo ese rectángulo, fuese peatonal.
Así no queda muy claro para los de fuera, si La Mar tiene o no salida al llegar a Diana, pero los locales lo saben y los turistas que se aguanten, que para eso no les necesitamos.
Bien por la rotonda de entrada desde Ondara, por fin alguien hizo una rotonda bajita con mucha visibilidad en todo su perímetro, seguramente es un tema estético que no fue meditado desde el punto de vista de seguridad vial, sería un sueño imposible que así fuese, pero quedó una entrada bonita y las palmeras del centro de la carretera también están bien.
En fin, es por despedir el año siendo bueno, al menos, algo justo… sólo lo justo.