INÉS ROIG (*)
La vuelta a la rutina tras las vacaciones comporta para muchas personas un plus de exigencia hasta volver a poner las neuronas a pleno rendimiento. Incluir en la dieta los nutrientes más adecuados para el metabolismo celular puede ayudar. A estas alturas de septiembre para la mayoría de personas ya pasó el tiempo de mar, lectura a la sombra o ruta turística, y lo que toca es centrarse en el trabajo o en el estudio.
Las dos necesidades básicas del cerebro son energía, y el principal aporte energético proviene de la glucosa, e hidratación. Pero no solo de agua y glucosa vive el cerebro. También necesita aporte vitamínico, minerales, aminoácidos y descanso, que es el momento en que se enfría y recupera su capacidad funcional, claridad cognitiva, consolidación de recuerdos, etcétera.
Más allá de la glucosa, que es su alimento por excelencia, el cerebro requiere ácidos grasos, sobre todo omega 3 y omega 6; aminoácidos; vitaminas y minerales para lograr que la glucosa se transforme en energía, y antioxidantes para proteger las células y evitar su deterioro.
Glucosa estable. Que el cerebro sea un gran consumidor de glucosa no quiere decir que para que rinda haya que atiborrarse a azúcar o dulces. Lo que le gusta al cerebro es que los niveles de glucosa en sangre se mantengan estables, para lo que es importante no pasar muchas horas en ayuno y apostar por alimentos que produzcan glucosa de manera lenta y progresiva, como verduras, legumbres, cereales integrales y otros alimentos ricos en fibras e hidratos de carbono complejos que liberan energía poco a poco y facilitan que las neuronas funcionen correctamente toda la jornada.
Por el contrario se desaconsejan la ingesta de hidratos de carbono de asimilación rápida, como cereales refinados (arroz blanco, pasta blanca o pan blanco), que provocan una rápida subida de glucosa en sangre que hace que nos sintamos pletóricos y llenos de energía, pero que va acompañada de una caída en picado de los niveles de glucosa al cabo de una hora y media o dos que hará que nos sintamos nerviosos e irritados, con dificultad para concentrarnos.
El desayuno es prioritario y fundamental para el cerebro, para que podamos desarrollar nuestras funciones intelectivas, y debería incluir un lácteo o derivado, algo de café o té como estimulante edulcorado con un poquito de azúcar, cereales y alguna pieza de fruta.
Omega 3. Los ácidos omega 3 son imprescindibles para el buen funcionamiento del cerebro. Forman parte de la membrana que recubre las neuronas y parecen facilitar la transmisión de información y prevenir la pérdida de memoria. Una de las mejores fuentes de omega 3 es el pescado azul, pero también lo son las nueces, el kiwi y las semillas de calabaza que además aportan minerales como magnesio y calcio.
Vitaminas del grupo B. Estas vitaminas, presentes en cereales integrales, legumbres o las nueces, ayudan a mantener la envoltura de los nervios, regulan el sistema nervioso central y participan en su metabolismo energético.
Antioxidantes. Las vitaminas C y E son fundamentales para mantener un correcto funcionamiento del cerebro y prevenir el deterioro de las funciones cognitivas con el paso de los años. Las frutas, las verduras y los frutos secos son las mejores fuentes de antioxidantes. Tomar suplementos de antioxidantes aumenta el rendimiento intelectual y es positivo en el correcto funcionamiento del cerebro a medida que se cumplen años.
Lo que agradece nuestro cerebro es una dieta variada y equilibrada y libre de toxinas, como el alcohol o el café en exceso .Lo mejor para mantener un buen funcionamiento cerebral a lo largo de los años es comer menos, porque se generan menos radicales libres, se potencia la producción de neuronas nuevas y aumenta la unión entre ellas.
(*) Farmacéutica