Las callecitas de Buenos Aires…
…tienen ese qué sé yo ¿viste? Así empieza la letra del tango de Piazzola Balada para un loco.
Después de veintisiete años, el destino me llevó hasta allí, intentó devolverme un poco de historia, pero ya nada es como fuera hace tanto tiempo.
Viajar sirve para aprender, comparar y descubrir evidencias que no percibimos desde la monotonía del día a día.
Buenos Aires es una ciudad en decadencia, sus calles están sucias, muy sucias, los edificios parecen a punto de derrumbarse, familias enteras durmiendo en aceras y un parque automotor antiguo y cochambroso.
Una casi total ausencia de seguridad ciudadana, una vida puede valer un paquete de tabaco o una mirada equivocada.
La ciudad que fuera «La Reina del Plata» hoy no es ni la sombra de lo que fue hace 50 años cuando ostentaba el cargo de la tercera ciudad del mundo.
Mientras paseaba por esas sucias calles y sufría una decepción en cada esquina, me pregunté cómo se pudo llegar a semejante situación, cómo pudo caer tan bajo una sociedad culta y educada.
La respuesta es sencilla, mujeres y hombres ansiosos de poder y dinero se olvidaron de quienes les llevaron hasta sus sillones, dejaron las arcas del Estado vacías, los hospitales sin gasas, los colegios sin alumnos mientras se enriquecían.
Europa va por el mismo camino, España le lleva ventaja, está más cerca del caos total.
Las calles están sucias, la corrupción es inmedible, la miseria nos invade y los de siempre se están forrando.
Por alguna extraña razón vamos de camino a la misma decadencia.
Desde el cariño y agradecimiento que tengo a esta tierra, sólo les pido que tengan cuidado, miren hacia otras latitudes, comparen y traten, por todos los medios, de no caer en lo mismo que cayeron otros.
Visto desde fuera, no parece tan distante ese momento.