¡Qué la crisis no dañe tu salud!

INÉS ROIG (*)

La crisis no solo impacta en los bolsillos, también en la salud. Tiene repercusión directa en la nutrición, el estado mental, el entorno medioambiental y la atención médica de muchas personas. Pero hay margen de maniobra: uno quizá no pueda evitar los problemas de dinero, pero si que la crisis además arruine su salud.
 Evitar sentirse culpable. Se debe aceptar que hay un factor externo que no depende de uno mismo, que otros nos han empobrecido; y luego buscar apoyo social, agruparse para defenderse. Pero por desfavorables que sean las circunstancias uno siempre puede cambiar algo de si mismo para sentirse menos angustiado, hay que pensar en qué circunstancias concretas se desata el malestar y tratar de controlarlas.
 Implicarse en actividades. Para afrontar las situaciones de ansiedad y estrés que provoca la crisis hay que implicarse más en el grupo familiar, laboral o social. Uno de los retos es aprender a gestionar el tiempo libre. Es importante pensar que se va a hacer con ese tiempo libre, a que se va a destinar: aficiones, ejercicio, actividades solidarias, familia…; y apoyarse en todos esos ámbitos para tener una visión realista de las cosas y comprender que se tienen dificultades en un área concreta de la vida (la económica) pero no todo está arruinado.
 Cuidar lo que se come. La crisis también repercute en la salud porque cuando se está desmotivado, con depresión y ansiedad, uno tiene más tendencia a no cuidarse físicamente, a adoptar estilos de vida poco saludables: comer mal, consumir alcohol, fumar más… Cuando uno tiene dificultades pierde equilibrio emocional, y ese desequilibrio está relacionado con cambios en la segregación de hormonas cuyos niveles mejoran transitoriamente con la ingesta de dulce, grasas y alimentos que hagan ruido, que sean crujientes; por eso cuando uno se siente mal busca alimentos que le proporcionan confort, como el chocolate. En cambio, la mejor forma de quemar toxinas mentales y mejorar el equilibrio emocional es una alimentación saludable y ejercicio.
 Ejercicio al aire libre. Para prevenir que los problemas económicos acaben convirtiéndose en problemas de salud es moverse. Es posible que uno no esté en condiciones de pagarse un gimnasio, pero pasear, correr, montar en bici, hacer senderismo o realizar gimnasia en parques públicos no cuesta nada. La actividad al aire libre y el ejercicio físico ayudan además a reducir el estrés y la ansiedad, mejoran los ritmos del sueño y contribuyen a desarrollar hábitos saludables y evitar el consumo de tóxicos.
 Los daños más frecuentes son:
 – Dolores de espalda, de cabeza y digestión.
 – Insomnio.
 – Peor control de enfermedades crónicas como colesterol, diabetes o hipertensión.
 – Ansiedad y estrés.
 – Depresión.
 – Mayor riesgo de enfermedades infecciosas por las peores condiciones de vida y las limitaciones en el acceso a la medicina pública por parte de algunos colectivos.

(*) Farmacéutica

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