INÉS ROIG (*)
Los hombres viven menos que las mujeres en casi todos los países del mundo.
La esperanza de vida en las mujeres fue más corta que la de los hombres en el pasado por los riesgos derivados del embarazo y del parto. A medida que las sociedades se han ido modernizando, la esperanza de vida femenina ha crecido más rápidamente que la masculina.
¿Pero por qué los hombres viven menos que las mujeres en un país desarrollado como España? Por una combinación de causas sociales, de hábitos de vida y, probablemente de factores biológicos.
Los varones han tenido menos reflejos para adaptarse a las nuevas exigencias de la sociedad. Como todo grupo dominante, temen más los cambios. Por tanto, no renuncian a una mentalidad que les exige enfrentarse, pelear y exponerse, cuando ello ya no es necesario para la supervivencia de su grupo.
Desde que nacemos, a los chicos se les educa para que asuman más riesgos. Ellos deben ser tipos duros y competitivos. Se sigue pensando, sobre todo en personas de cierta edad, que crecieron en una determinada época, que un hombre es superior a una mujer porque es capaz de arriesgarse y de enfrentarse a los peligros.
Los hombres toman riesgos, son más agresivos y competitivos y conducen más deprisa. Son mucho más temerarios, y sufren más accidentes practicando deporte.
Los hábitos de vida masculinos son, en general, peores. Tardan mucho más en ir al médico cuando tienen un problema de salud. Y por culpa de sus malos hábitos de vida, mueren antes por enfermedades tan frecuentes como las patologías cardiovasculares, el cáncer o la enfermedad pulmonar obstructiva crónica. Fuman más, beben más, comen peor y tienen más exceso de peso. La tasa de mortalidad masculina es mayor en las quince principales causas de muerte, a excepción de la enfermedad de Alzehimer, que causa más muertes en la población femenina.
Asimismo, es posible, aunque no está confirmado, que haya factores hormonales que protegen a la mujer de enfermedades cardiovasculares hasta la menopausia.
Las mujeres se cuidan más, pero también cuidan más las relaciones personales. Suelen gozar de una red social más enriquecedora que los hombres. Y está demostrado que la esperanza de vida es más larga cuanto más apoyo social se tiene.
Pero en los últimos años, las mujeres están adoptando peores hábitos de vida, consumen más alcohol que antes y les está costando más apagar el cigarrillo. La brecha de la esperanza de vida se reduce por méritos de ellos y deméritos de ellas.
(*) Farmacéutica