La política en España estaba aletargada, ahora se empieza a despertar de una siesta insólita de las generaciones pasadas que no vieron el desmadre encubierto bajo el paraguas de la Democracia.
Es un error no ver el pasado, intentar olvidarlo, la historia, reciente o antigua nos dan pautas para no volver a equivocarnos o para recurrir a aquello que realmente sirve para algo.
Podemos, el recién nacido partido político, recurre a las «canciones protesta», aquellas que levantó a multitudes del siglo pasado, las que consiguieron crear conciencia, como siempre, en muy pocos, pero algo es mejor que nada.
Un grupo de personas, universitarios de carreras más humanísticas que contables, tienen la sensibilidad de emocionarse con himnos a la libertad que llevaron a la cárcel a muchos, o le costó las manos como a Víctor Jara y exilió a muchísimos más en una locura de intercambios en cruces de fronteras huyendo de los bárbaros que sólo podían imponer sus ideas por la fuerza y no por la razón.
Podemos parece un grupo joven, sangre fresca, ideas antiguas de otros partidos de izquierda que nada pudieron hacer en cuarenta años que hoy resurgen en las mentes excepcionalmente lúcidas en un momento idealmente creado por sus propios rivales de derecha y los de derecha encubierta de izquierda o centro.
Se dice que quien en su juventud no es de izquierda no tiene corazón y quien en la madurez no es de derecha no tiene cabeza, pues tal vez y sólo tal vez, estos jóvenes maduros sean un soplo de aire fresco.
Si los dejan, algo que no sé si cuentan con ello, es posible que estos románticos de un tiempo que no vivieron pero tuvieron la capacidad de recuperar, den un giro a la política de este país poniendo la mira hacia una sociedad más sensible, más humana, menos podrida, menos materialista.
Veremos si esos valores son auténticos o también son más de la hipocresía que ya conocemos, siempre tendremos la opción de cambiarlo a los cuatro años.