Monólogos y monologuistas

Guillermo_Ares_Opinion

La primera vez que asistí a un monólogo fue en los 60, un tal Narciso Ibáñez Menta, padre de Chicho Ibáñez Serrador creador del programa Un, Dos Tres, mantuvo en silencio durante casi una hora a un teatro lleno de admiradores de los excelentes relatos, en este caso de «El Asfalto», una obra de teatro que en realidad es un monólogo crítico con la sociedad neoyorquina que ni siquiera mira a un señor que se va hundiendo en el asfalto mientras pide ayuda sin conseguirla.

Así me interesé por Gila, fusilado de verdad, dado por muerto durante la guerra civil española, se dedicó a criticar a las guerras y las sociedades que las provocan y apoyan.

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Algunos otros posiblemente desconocidos en Europa, Juan Verdaguer, por ejemplo, conocido en otras latitudes como «El Señor del Humorismo».

Todos ellos, o mejor dicho, esos pocos, fueron sucedidos por Tip y Coll y en genial Eugenio.

Mientras se sucedían programas de televisión malísimos donde era peor reírse por no decir imposible ante las gansadas de unos cómicos mediocres y pésimos actores.

De ahí nacieron Paz Padilla, la Hache y hasta quienes apoyados en sus antepasados dejaron de ser médicos de familia para hartarnos a chistes malos desde la cumbre del escenario.

De pronto, salieron como setas los monologuistas, El Club de la Comedia y otros programas parecidos donde actores de teatro y televisión intentan demostrar su superioridad como estrellas de la risa solos ante el peligro del público.

Lo malo, lo terrible, es que funciona como la tele basura, la gente va y además se ríe.

Más monologuistas actúan en pubs que se llenan con sus amigos que ríen cada vez que se hace una pausa en el monólogo, todos sabemos que las pausas son para dar paso a la risa y no defraudarlo, para eso están los amigos.

Como todo en esta vida, cada vez que alguien encuentra un camino, se llena de imitadores hasta que la tarta no da para satisfacer a todos.

Como todo en la vida, espero que poco a poco subsistan los verdaderamente buenos y volvamos a admirar a unos pocos genios del humor en solitario.

Así es como siempre, el publico manda, así es como se acuñó aquella vieja frase que «cada pueblo tiene el gobierno que se merece» que en realidad es «el que vota».

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