Cuando en Jávea estaban los frailes mínimos se produjo un incremento de vocaciones hacia esa orden y cuando son los jesuitas quienes están en la población las personas que sienten la vocación del sacerdocio, desean pertenecer a los jesuitas y de esta forma nos vamos a encontrar con una extensa relación de personas que buscaron en esta Orden cumplir su vocación. No todos llegaron al final; muchos se quedaron en el camino, pero por lo menos en su inicio del deseo se manifestó esta preferencia.
Ya hemos hablado de las dos épocas de los Jesuitas. En la primera destacamos a uno que sufrió la expulsión de 1767. Se trata de Guillermo Cruañes Trilles que había nacido el 13 de diciembre de 1728. Cuando se da la orden de expulsión estaba en Valencia y fue trasladado a Segorbe saliendo hacia Salou donde embarcaron. El relato de la expulsión da verdadero espanto y nos lleva a recordar la expulsión de los moriscos, pero con mayor virulencia, ya que estuvieron hacinados en las naves deambulando de un lado a otro todos los jesuitas expulsados porque en ningún territorio ni puerto los querían. A los moriscos se les acogió en Orán pero a los jesuitas, por su oposición al absolutismo borbónico, encontraron el rechazo de los territorios a donde iban y recibían amenazas si desembarcaban, por lo que tenían que salir del puerto e ir a otro lado. Así estuvieron varios meses viendo desde la nave, pero sin descender a tierra, Civitavecchia, Bastia en Córcega, Ajaccio, Bonifacio, Calvi, Génova, Puerto Fino, Bolonia, Ferrara… Cuando leíamos un amigo y yo las desventuras de este viaje, me dijo este amigo: «resulta un poco sobrecogedor y cruel. Todo el rato me estoy imaginando el nauseabundo olor de tanta persona junta con faldones, debía de ser tremendo, aunque en aquella época el olor del ambiente nos resultaría irrespirable a los actuales…» Guillermo Cruañes en 1771 solicitó la dimisoria y la obtuvo.
Puede haber más jesuitas de esta primera época, antes de la restauración, oriundos de Javea, pero ello exige una investigación a fondo de los archivos de la Compañía ya que se encuentran en fase de catalogación.
En la época moderna de la Compañía nos encontramos a Carlos Palacio Catalá, nacido el 24 de abril de 1895 y que realizó estudios humanísticos en Nápoles. Falleció en Belice (Honduras). Es el único de los javienses que hizo profesión solemne de cuatro votos (pobreza, castidad y obediencia más un cuarto voto de obediencia cualificada al Papa en lo concerniente a misiones, si bien el Papa no usa de esta autoridad dejándola al general de la Orden, de hecho fue misionero en Belice y allí murió).
Los jesuitas se estructuran en cuatro grupos: los escolares, los coadjutores espirituales, los profesos y los coadjutores temporales. En todo el grupo de javienses sólo tenemos a un coadjutor espiritual. El coadjutor espiritual es el auxiliar de los profesos en el ministerio y gobierno eclesiástico. Hacen tres votos: castidad, pobreza y obediencia; lo que comprende la instrucción de la juventud, pero no pueden enseñar teología.
Francisco Chorro Diego es coadjutor espiritual. Había nacido en 30 de septiembre de 1856 y fallece en Gandia el 1 de septiembre de 1915.
La relación de coadjutores temporales de origen javiense es mayor. Su función es similar a las de los hermanos legos que existen en los monasterios, entre los monjes. En este grupo tenemos a varios javienses que no pasaron de esta fase, pero que son jesuitas.
Juan Andrada Salvador que nació el 22 de febrero de 1898. Ingresó en la Compañía de Jesús el 4 de febrero de 1915 y obtuvo el grado de coadjutor el 25 de agosto de 1928, siendo víctima de la violencia en la guerra civil junto a su hermano. Los historiadores O’Neill y Domínguez señalan que no ha sido incorporado a las causas de los mártires jesuitas, reanudadas por Juan Pablo II, junto a otros que también padecieron martirio, por diversos motivos, aunque no se especifican para su caso cuáles han sido dichos motivos.