Los jesuitas en Jávea (II)

juan_bta_codina_bas

En el anterior artículo usé dos veces el nombre de Godofredo Cruañes por lo que puede mover a confusión. Al hablar de mi amigo me refería a Godofredo Cruañes Aracil y al hablar de un texto de Joaquín, hijo de Godofredo Cruañes, en esta segunda ocasión hacía referencia a Godofredo Cruañes Signes, el autor -recopilador de las conocidas Efemérides. Continuamos el relato que habíamos iniciado y lo hacemos situándonos en 1873.

En este año de 1873, se produce la revolución cantonal en la ciudad de Valencia. Juan Bover Blasco era alumno interno del colegio que regentaban los jesuitas en esta ciudad. Ante el miedo a los acontecimientos los alumnos y padres jesuitas se marcharon de la ciudad, pero ¿a dónde se irían para pasar este tiempo de inseguridad. El hecho de tener a Juan Bover Blasco como alumno interno, y la existencia en Jávea de la casa donde estaban desde hacía tres o cuatro años, hizo que se decantaran algunos por alejarse e ir a esta villa y otros marcharon a Alcoy. La entrada de los generales Martínez Campos y Villacampa produjo un bombardeo que iniciado en 1 de agosto terminó el día 8 entrando la tropa sin resistencia en la ciudad. Desde que habían salido hasta que regresaron los alumnos y padres de la Compañía a la ciudad para comenzar el curso habían transcurrido tres meses. Los que estuvieron en Jávea contaban: «En una casa de campo de la familia del colegio, Juan Bover, donde estuvieron sumamente atendidos, no sólo por los dueños de la casa, sino por los principales vecinos del pueblo, quienes a porfía les ofrecían, aun las llaves de sus huertos, rogándoles con grandes instancias que tomasen fruta y cuanto necesitasen y aun quejándose cuando no lo hacían».

Publicidad

Una pregunta que me he hecho en ocasiones es la de ¿cómo el convento de los mínimos que se llamaba de la Victoria, a final del siglo XIX y comienzos del XX se denomina de la Purísima? La respuesta me la proporcionan los padres jesuitas, ya que la Inmaculada Concepción es una de las advocaciones jesuíticas que tienen a mayor gloria, mientras que los frailes mínimos tenían a la Virgen de la Victoria por patrona.

Ya sabemos que los jesuitas se instalan en la calle Mayor, al final y cerca de la puerta de San Vicente que en 1870 aun existía. El convento, que estaba muy cerca de la puerta de San Vicente, había sufrido la desamortización de Mendizabal y estaba utilizado para otros menesteres no sagrados, pero debió conservar una parcela eclesial por cuanto en 1904 el presbítero José Mayor Pérez toma la colación canónica de una capellanía vacante en dicho convento y en 1913 ya aparece con la denominación de iglesia de la Purísima.

Pues bien, en 1877 encontramos una noticia que dice: «Los padres ilustres jesuitas están terminando las obras de restauración del ex convento de Mínimos habiendo conseguido con su ferviente celo, inquebrantable constancia y fina voluntad que este vecindario pudiera disponer de un templo más para dedicarse a sus piadosos ejercicios».

Ya hemos hablado de esa disposición por la que se trasladan los jesuitas a Gandia y la exposición de argumentos para que regresen, así como el ruego de algunos personajes indicando que ellos no quieren intervenir en esa exposición elevada al prelado. Pero en julio de 1880 el corresponsal de Jávea escribe: «Lástima que el superior de la indicada orden no haya decretado favorablemente la solicitud elevada por las autoridades civil y eclesiástica y firmada por la mayor parte de estos vecinos sin distinción de partidos en la que se pedía la reinstalacion de dicha sociedad en esta villa, pues de esta forma podríamos contar con muchos más elementos para la propaganda católica» y también señala que «este pueblo aumenta cada día su adhesión a la Compañía. Y los reverendos padres manifiestan su gratitud proporcionándoles nuevas gracias espirituales».

Suscríbete al boletín de noticias

Pulsando el botón de suscribirme aceptas nuestras Política de privacidad y Términos del servicio
Publicidad