La presencia de un jesuita en el más alto lugar de la Iglesia ocupando la cátedra de San Pedro, me da pie para hablar de los jesuitas que un tiempo estuvieron en la villa y de cómo, al socaire de los mismos, surgieron vocaciones hasta el punto de engrosar las filas de la Compañía de Jesús un buen número de javienses, como veremos.
Pero antes de hablar de los javienses que quisieron entrar en la orden, hemos de hacer referencia a otras cuestiones y a su implicación y convivencia en la villa. Según los catálogos de la Compañía de Jesús, en Jávea hubo residencia de la Compañía entre 1870 y 1878. En 1878, de orden de sus superiores, se trasladan a Gandia, lo que generó unos escritos de adhesión a los mismos de los que daba cuenta el corresponsal en febrero de 1878: «Se está firmando y va a presentarse en breve una exposición que estas autoridades así eclesiásticas como civiles, y los mayores contribuyentes de la población, a nombre de los convecinos, elevan a nuestro venerable y virtuoso prelado, solicitando la vuelta a ella de los padres jesuitas» Acto seguido hubo personas principales que señalaron que si su nombre aparecía entre los firmantes lo tuvieran por apócrifo, ya que no habían firmado ni había autorizado a que su nombre apareciera en tal exposición. Esta actitud de confrontación de una parte de la población se agudiza a final del siglo XIX y continuará en parte a principios del siglo XX como se constata, por ejemplo, en la campaña emprendida contra la instalación de una leprosería en Fontilles, cuyo artífice era un padre jesuita, el padre Ferris.
La Compañía de Jesús fue fundada en 1540 por San Ignacio de Loyola. Los jesuitas habían sido expulsados de España en 1767. En una sola noche, la del 2 al 3 de abril de 1767, todos los colegios, casas, residencias e iglesias pertenecientes a los jesuitas en España y en los dominios españoles de América fueron invadidos por las tropas del rey Carlos III. Portugal y Francia ya los habían expulsado con anterioridad. También Austria y Clemente XIV suprimió la orden. Pasaron 51 años para que el Papa Pió VII revocara la orden de expulsión y restaurara la Compañía en 1814. En España la restablece Fernando VII el 29 de mayo de 1815. En 1868 vuelven a ser expulsados los Jesuitas de España.
Cuando fueron expulsados después de la revolución conocida como ‘La Gloriosa’, según me cuenta mi amigo Godofredo Cruañes, su tatarabuelo Carlos Cholbi Zaragoza cedió una casa en la calle Mayor para que residieran en ella. Él mismo me indica que la casa era muy grande y tenía capilla que mi amigo llegó a ver, y allí celebraban misa todos los días. De un escrito de Joaquín, hijo de Godofredo Cruañes, entresacamos y transcribimos el siguiente párrafo: «La casa de Jávea donde habitaban, propiedad de mi madre, en la anterior expulsión de los Jesuitas (está hablando de la expulsión de 1868) fue su refugio y le quedó el nombre de «Casa de los Jesuitas». Llegó «Julio del 36» y la primera casa que asaltó la turba fue la «Casa de los Jesuitas», no dejando ni siquiera puertas ni pavimento. Lo cierto es que había un cuerpo del edificio, alargado, en el segundo piso, donde estaba el oratorio, con su sacristía…».
Si esto es así, los jesuitas se instalan en Jávea tras la revolución de la Gloriosa. Es decir hacia 1869-70. Pero hemos ido atando cabos y construyendo una historia de esa estancia y de las repercusiones que su presencia tuvo en la villa en forma de vocaciones jesuíticas y otros detalles de los que daremos cuenta.