La vida laboral de Jávea entre 1871 y 1880 (VIII)

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¿Cuántos jóvenes han visto a la puerta de la casa un señor que sentado en una pequeña silla de anea, tiene delante una pequeña mesa y un capazo al lado con cordel de cáñamo o de esparto y va deslizándolo encima de la mesa dándole vueltas para hacer una alpargata mientras con una aguja va cosiendo tira a tira hasta lograr la planta de la alpargata? Creo que es una imagen perdida de la infancia de los mayores. Pero también diré que la industria del calzado debe ser reciente y la proliferación de zapateros en Jávea se debía a que se hacían los zapatos a medida y no de forma industrial. Para ello unas fechas antes de tener que usarlos se debía ir al zapatero que tomaba medida del pie y tras las pruebas pertinentes entregaba los zapatos al dueño.

Toda la clase trabajadora no usaba zapatos e incluso los días de fiesta los hombres con su pantalón negro, su camisa blanca, su gorra y el chaleco completaban su vestuario con unas alpargatas la mayoría de veces con careta blanca.

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Quiero traer a colación antes de meternos en el tema de una anécdota al respecto. Existían en Paris en una misma calle tres zapaterías que se hacían la competencia. Una de ellas, un día puso un cartel en sus escaparates que decía: La mejor zapatería de Paris. Desde la otra que vieron el cartel dijeron no vamos a ser menos y colocaron otro que decía: La mejor zapatería de Francia. Acto seguido la primera zapatería corrigió su cartel diciendo: La mejor zapatería de Europa. No terminó la cosa ahí porque la que había dicho que era la mejor de Francia hizo otro cartel señalando que era la mejor zapatería del mundo. La tercera zapatería que asistía impasible a este rifirrafe de los carteles bien porque no se sintiera aludida o porque no le interesara entrar en la lucha de las dos zapaterías culminó la diatriba con un gran cartel que decía: La mejor zapatería de la calle.

¿Cuál era el mejor zapatero de la villa? No lo sabremos, pero si que tenemos constancia de algunos de los zapateros que existieron en la década que estamos tratando: Vicente Abad Micó, Mateo Alamá Mundo, Ramón Catalá Ferrer, Carpio Catalá Ferrer, Juan Cervera García, Carlos Cholbi Ros, Carlos Cholbi Torres, Gabriel Cruañes Bisquert, Vicente Femenía Peris, Leonardo Giner Herrado, Antonio Pedro Milla (de Gata), Antonio Puigcerver Capó, Rafael Salines Blasco, Francisco Sapena Mata, Andrés Soler Salvá, Constantino Vicente Díaz y Juan Vives Ibáñez.

El alpargatero era el hermano menor del zapatero con un producto más humilde. Frente a la cuerda de esparto o de cáñamo la piel que tenía que ser curtida y preparada para luego tener flexibilidad y que se ajustara al pie. No había en ningún caso producción industrial, pero el alpargatero podía hacer varias alpargatas aunque no estuvieran destinadas a un cliente concreto, porque seguro que luego tenían salida. Eran alpargateros Miguel Ferrándiz Tormos, Vicente Guillot de Pego, Juan Mayor Bernabeu, Vicente Moll Blasco, Juan Segarra Salvá y Andrés Soler Salvá.

Sólo encontramos a Andrés Soler Salvá que unas veces figura como zapatero y otras como alpargatero. No debía ser muy frecuente la doble actividad si bien ambos profesionales tenían competencias para ejercer las dos actividades.

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