Dra. TERESA ROMERO RUBIO (*)
Los niños esperan con especial ilusión la llegada de estas fechas: días sin colegio, tiempo libre, comidas familiares, llegada de Papá Noel y los Reyes cargados de juguetes… Tras tres largos meses de esfuerzo en el colegio, están deseando que llegue el día 22 para disfrutar de sus vacaciones de Navidad. Sin embargo, ¿se aprovechan adecuadamente estos días?
Muchos de ellos querrán pasar las horas muertas delante del televisor, el ordenador o la videoconsola, ya que entre semana las clases y los deberes no les dejan el tiempo que ellos querrían dedicarle. Pero hay mejores formas de divertirse y la Navidad es el momento idóneo: salir a pasear, tomar castañas asadas, disfrutar de las luces y los adornos navideños… Quedan muy lejos los tiempos en que la mayor diversión de los niños era jugar en la calle, pero la situación actual es justo la contraria: los juguetes más demandados, los más sofisticados, son aquellos que obligan al niño a estar encerrado en casa viviendo una vida virtual, sin relacionarse con sus compañeros. Deberíamos hacer el esfuerzo de encontrar una situación intermedia, ya que los juegos infantiles son una de las mejores formas de adquirir habilidades sociales, tan importantes para el futuro. Hay muchas actividades que los niños pueden disfrutar haciendo también partícipes a los mayores: visitar museos o exposiciones, cocinar juntos, elegir los adornos navideños y luego colocarlos en casa, hacer visitas a los amigos, pasar tiempo con los abuelos… Y para las tardes tranquilas, mucho mejor un libro que un videojuego: son fechas propicias para fomentar la lectura.
Con la Navidad llegan también las comidas familiares, y con ellas, habitualmente, el desenfreno culinario. Opíparas comilonas e interminables sobremesas en las que, a veces, es difícil poner freno a los más pequeños de la casa. No está de más recordar que lo importante es disfrutar de la calidad y la creatividad de la comida y no de su cantidad, para que los niños refuercen hábitos alimentarios correctos. Y por supuesto, mucho cuidado con el alcohol, especialmente en los adolescentes que aprovechan estas fiestas para hacer sus primeras salidas nocturnas.
La Navidad es tiempo de compartir y de acordarse de quienes más nos necesitan. La solidaridad no tiene fecha en el calendario, pero es cierto que estas fechas invitan a la reflexión y a la generosidad. Los niños hacen su carta, la entregan a los pajes reales y la noche del 5 de enero la magia se convierte en realidad. Pero deberían saber que, desafortunadamente, no todos los niños del mundo tienen ni tan siquiera papel para escribir su carta y no hay Reyes Magos para todos. Educar en solidaridad, animando a los niños a que regalen juguetes que ellos ya no quieren pero que a otros sí pueden servir, es una idea excelente para estas fechas. Infundir valores humanos es tan importante como sacar un 10 en matemáticas.
En definitiva, la Navidad es la época más especial del año para los niños; la ilusión de la carta a los Reyes, la magia de la noche del 5 de enero y todos los sentimientos que se viven estos días. Todos sabemos que los recuerdos de nuestra infancia vienen en gran medida marcados por cómo nuestra familia nos hizo vivir nuestras primeras navidades. En nuestra mano está que nuestras Navidades del futuro sean tan felices como antaño: nuestros niños de hoy serán los adultos de mañana.
(*) Pediatra.