La atención

GLORIA MARTÍ (*)

Quién ha conocido en alguna ocasión a un niño con importantes dificultades para concentrarse en los detalles y mantener la atención, para seguir instrucciones, terminar las tareas y organizar sus actividades, que parece no escuchar cuando se le habla directamente, que muchas veces pierde cosas que necesita (lápices, libros, juguetes…), que se distrae con tonterías, que se muestra descuidado en la realización de las tareas cotidianas, o evita actividades que requieren un esfuerzo mental sostenido… Según los estudios un 49 % de los niños y un 27 % de las niñas son descritos por sus profesores como escasamente atentos. A los casos más graves se les diagnostica un trastorno por déficit de atención, pero, ¿qué es la atención?
Los seres humanos nos adaptamos continuamente al medio ambiente en el que vivimos mediante  las conductas y actividades mentales que desarrollamos y esto lo conseguimos gracias a la actuación en conjunto de diversos procesos psicológicos como la percepción, la atención, el aprendizaje, la memoria, etc. Pero el medio ambiente se caracteriza por ser muy complejo, porque hay mucha cantidad de información a la que tenemos que responder y a veces de forma simultánea, por ejemplo en casa, la TV está encendida, a la vez estamos manteniendo una conversación, y a la vez estamos limpiando, cocinando, estudiando o intentando colocar una bombilla que se ha fundido… En estos casos el ambiente nos exige o que respondamos sólo a una parte de la información (o escuchar lo que sale en la TV o estudiar) o que respondamos a la vez a todas las demandas del ambiente. El problema es que nuestra capacidad tiene un límite y no siempre podemos responder adecuadamente a las demandas del ambiente, y si lo conseguimos es gracias a que los procesos atencionales se ponen en marcha. Cuando estos procesos se activan, somos más receptivos a lo que pasa en el ambiente y realizamos con más facilidad cualquier actividad o tarea aunque ésta exija un esfuerzo.
Pero, ¿cuáles son estos procesos o mecanismos de la atención?, pueden ser de 3 tipos:
– Los mecanismos selectivos que se activan cuando el ambiente nos exige que nos centremos en un solo estímulo o tarea.
– Los mecanismos de distribución que se ponen en marcha cuando necesitamos atender a varias cosas a la vez.
– Los mecanismos de mantenimiento de la atención cuando tenemos que concentrarnos en una tarea durante periodos de tiempo amplios.
Podemos definir la atención entonces como el proceso psicológico implicado directamente n todo esto, es decir, en los mecanismos de selección, distribución y mantenimiento de esa actividad psicológica. Y, ¿cómo se ponen en marcha estos mecanismos atencionales?, para que se pongan en marcha es necesario que utilicemos unas estrategias atencionales que NO son innatas o heredadas sino que se desarrollan como consecuencia de la interacción con el ambiente y por ello, como se aprenden, pueden mejorarse con la práctica. (Próxima publicación: características de la atención).

(*) Licenciada en Filosofía y Ciencias de la Educación.

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