Fina Doménech Bisquert tiene dos hijos: Ángel de 13 años y Beatriz de 10. A los dos les habla mucho de su abuelo, al que les hubiera gustado conocer. Ellos saben de esa complicidad que existía entre el abuelo y su madre y querría que esa misma relación la mantuvieran con ella. Porque entre Ángel Doménech y su hija existió siempre una relación positiva. Él le contagió su gran amor al cine en esas escapadas a Gata, al cineclub de los viernes o la animó a viajar y a escribir De él aprendió su permanente curiosidad por la vida y su fe y confianza en la gente, aunque alguna vez se sintiera defraudado y traicionado. Ángel, en opinión de su hija era idealista, optimista y soñador y esos mismos caracteres quisiera Fina conservarlos.
Ángel la animó al estudio de los idiomas y de hecho le propuso pasar una temporada en Francia a donde marchó con 10 años. Fue a raíz de un intercambio de estudiantes cuando Fina marchó a casa de un profesor: Hubert Laroche.
Es interesante conocer la relación paterno filial porque el libro ‘Callado Canto’ nos habla de las emociones y sentimientos que Ángel despertó en su hija y que ella nos transmite a través de su poesía. Desde mi postura externa y objetiva, creo que la muerte de Ángel, por imprevista, (no la esperaban con tan poco tiempo y él mismo no la creía tan cercana) debió ser un fuerte mazazo tanto para ella, Fina, y sus hermanos, como para su esposa. La muerte les dejó perplejos y anonadados.
La vida de Ángel hay que entenderla desde una dedicación a su actividad laboral que luego pasó a su condición de alcalde. La Notaría era el lugar al que siempre se le podía encontrar.
Pero en Ángel también existían otros momentos en que el asueto era necesario. El refugio en su mujer, Rosa, fue constante y más fuerte en los momentos de sufrimiento que tuvo, sobre todo cuando asumió funciones de alcalde, pero también cuando con sus amigos iba de cacería en el mes de octubre, en lo que llamaba ‘la rompuda’ y que en realidad era más una fiesta o cuando con su amigo Antonio se iba a pescar en una pequeña barca.
Fina se licenció con 24 años en Filología Hispánica, pero desde los 17 la vena poética está presente en su vida, pero siempre con carácter íntimo y personal. Con ‘Callado Canto’ aparece para el público lector una muestra de su poesía intimista y personal.
Cuando Fina me desgrana sus vivencias, la voz se le trueca en algún momento y parece que sus ojos se humedecen, pero reacciona y sigue contándome que en realidad, no se ha sentido capaz de escribir sobre la vida de su padre. Y de lo único de lo que se sentía segura era de expresar sus sentimientos ante su gran pérdida. Concluye «La vida ya no ha sido la misma. La alegría de su presencia es algo que nos falta siempre en mi casa».
En esta presentación que estamos haciendo de Fina Doménech hemos de analizar sus gustos poéticos para, sobre todo, entender su obra ‘Callado Canto’. Javier Reverte, en el prólogo, habla de poemas de necesidad, de desahogo del alma, de liberación personal (esto lo afirmo yo) y estamos ante un verso libre pero que hunde sus raíces en la poesía del Renacimiento (San Juan de la Cruz, Garcilaso…) pero también se nutre de la Generación del 27 con Pedro Salinas y Luis Cernuda entre otros.
Como dice Javier Reverte, estamos ante el inicio de una andadura en el difícil camino de la poesía, donde tantos son flor de un día, pero sabiendo que este libro es la expresión íntima de una necesidad, auguramos que no se termine en sí misma y siga dándonos frutos porque en este texto hay poesía, hay palabra poética.