Según el director de recursos humanos de Google, el catorce por ciento de sus empleados no tienen nivel universitario.
Desde hace unos pocos años, las empresas ya no valoran tanto los títulos sino otras cualidades como la iniciativa los conocimientos reales o la capacidad y disposición por aprender.
Los últimos datos sobre los exámenes de oposiciones para maestros desprenden unas cifras escalofriantes de poca cultura general y menos formación en quienes formarán a nuestros hijos en las escuelas.
De 11.600 opositores para 350 plazas de maestros, tan sólo 1.700 han aprobado con menos de 5 faltas de ortografía.
Cuando yo iba a la escuela primaria, pasé por cinco colegios en dos países de distinto idioma, las redacciones, además de los exámenes restaban un punto sobre diez por cada falta de ortografía o gramática, razón por la que si uno quería aprobar con un siete como mínimo, más valía no cometer más de tres horrores ortográficos.
Así nos va, porque ya no es culpa de los mensajitos cortos, es oficial que nuestros maestros de primaria cometen faltas de ortografía, y algunos médicos que nos recomiendan comer «poyo», claro, son producto de lo que no aprenden.
Además, estos opositores no han superado pruebas de geografía europea o española, no saben dónde está Pontevedra, señalando hacia el Pirineo Catalán.
Ahora se entiende que a nadie le interese la ortografía, que sepamos dónde está Brasil por el fútbol y que Suiza es un país donde guardar dinero robado en cantidades importantes.
Ha caducado aquella vieja idea de la cultura, cerebro que no sabe… inculto pero feliz.
Las dictaduras de todos los tiempos mantuvieron a sus pueblos en la ignorancia para que vivan conformes con sus penas mientras el poder se forraba de dinero y más poder.
Si queremos dar un sabio consejo a nuestros jóvenes, empecemos por comprender que un pueblo culto tendrá buenos políticos, excelente gestión del estado de bienestar y enseñémosles que ese es el camino.
La buena formación y educación empieza en el hogar y en la escuela…a la vista de lo que hay, no es de extrañar cómo vamos.