Desde Jávea poco podemos imaginar la existencia de un jardín Mediterráneo con tal diversidad de espacios como el que existe en el término de Pedreguer, en la partida de les albardaneres blanques, al Este de esas dos pequeñas colinas que semejan atributos femeninos y que en el argot popular se conocen como ‘les mamelles de Pedreguer’, y al Oeste de Benimaquia.
Una sugerencia a FUNDEM sería que en su página web hubiera un plano para el acceso al lugar y al visitante que lo hiciera desde la carretera nacional, desvió Denia-Pedreguer-La Xara para evitar perderse. Si se accede desde La Xara puede no verse la señal indicativa que nos lleva al citado jardín. En la urbanización La Sella (no confundir con el campo de Golf La Sella) se ubica este jardín mediterráneo.
Pues bien, este lugar puede ser visitado en cualquier momento, pero si queremos verlo con un guía que nos aleccione y de forma gratuita, debemos dirigirnos a la dirección del Parque Natural del Montgó que periódicamente y en función de su disponibilidad acompaña a los que quieren visitarlo.
Se trata de un jardín privado perteneciente a D. Enrique Montoliu quien pretende con este remanso de paz, de naturaleza entre agreste y estudiada, hacer ver que el paisaje podemos remodelarlo con unas pocas ideas. Los humanos, dice el vídeo que podemos ver al final de la visita, restauramos edificios, pero ¿sabemos restaurar la Naturaleza? Esa es la idea primigenia de este jardín que presenta más de 700 especies de plantas autóctonas en un espacio creado con muy poca agua para conseguir que con las sombras de la vegetación y el circuito cerrado del agua se produzca la suficiente humedad para crear esos ambientes donde resurgen los distintos tipos de jardines que se distribuyen alrededor de la villa edificada siguiendo pautas de la arquitectura italiana con toques de los usados en esta campiña de la Marina. Junto a la casa el jardín es formal y conforme nos alejamos de ella vamos percibiendo tipos menos formales y de esta forma se da perspectiva de amplitud y de lejanía.
Frente a los jardines nórdicos en que impera lo verde y el color, en éste hay una relevancia de los olores y perfumes. Todo invita a utilizar los sentidos de forma excepcional. El oído disfruta con el sonido relajante del agua, la vista con los colores de las plantas cuyos verdes blanquecinos son producto del exceso de sol del Mediterráneo, la pituitaria goza con los múltiples aromas emanados de las diversas plantas. Todo adormece el sentido y lo hace gozar. Perderse por los múltiples caminos es una invitación al visitante que desea encontrarse con la naturaleza.
Para dejar que el visitante puede descubrir aquello que hemos conocido, sólo destacaremos la existencia de un tipo de jardín italiano-renacentista junto a la casa; un invernadero para plantas tropicales pero no pertenecientes a una flora exótica invasora, donde la sensación de bienestar es máxima, un bosque mediterráneo donde hay desde tomillos, orquídeas y arbustos como la jara, santolina, lentisco, lavanda o aliagas pasando al durillo que alcanza los 4 metros, el almez o lidoner, el laurel, la carrasca y el brezo. Un estanque donde se quiere reproducir la marjal Pego-Oliva con nenúfares y lirios pasando por un bosque de ribera con tilos, carrascas, algarrobos, higueras y granados y un huerto valenciano con un trencadis limítrofe para terminar con un jardín árabe hecho para disfrutar con todos los sentidos y culminar la visita con el jardín renacentista con rosales y balconcitos y dar el adiós a nuestra estancia junto a la alberca donde se puede apreciar el roble valenciano.
En este lugar encontraréis paz y sosiego en una vegetación exuberante. ¿Sabíais que el fruto del lentisco los griegos lo utilizaban para desinfectar la boca? Siempre podemos aprender cosas nuevas en estas visitas.