Un reciente informe sobre la situación de la vivienda en nuestro país habla de un millón doscientas mil viviendas a estrenar que están en venta, una cifra similar de otras a medio terminar y poco menos de un millón de segunda mano.
Una oferta de más de tres millones de viviendas que seguirán bajando sus precios durante los próximos cuatro años, el informe no aclara si luego subirán o seguirán hacia abajo, pero nos pondremos en el dos mil quince.
El nuevo gigante chino invade a Europa, España está especialmente achinada mientras SEAT decide abrir treinta concesionarios en China con el insólito objetivo de vender cuatro mil vehículos al año en un entorno de más de ochocientos millones de personas, o la tarea es muy difícil o los chinos son demasiados.
Nos queda el turismo, el dólar está cada vez más fuerte con relación al euro, hecho que se repite con algunas otras economías extranjeras del euro, como Alemania.
Pero, siempre hay un pero… esta vez España no está preparada para recibir a ese turismo y atenderlo debidamente, las nuevas generaciones procedentes del ladrillo desconocen idiomas y modales, técnicas y fórmulas de trato al extranjero que trae su dinero en busca de buen sol, vino, cerveza, flamenco, toros y pleitesía.
Siempre ha sido fácil acostumbrarse a lo bueno y muy difícil, por no decir imposible, a lo malo.
El ladrillo nos dio el BMW después el todoterreno y el poder adquisitivo suficiente para creernos algo, ese algo que da el dinero, ese poco más que antes, el que hace pensar que somos ricos cuando ricos son los petroárabes capaces de comprar Marbella en una sola mañana.
Ahora todo acabó, habrá que acostumbrarse a vivir en menos metros cuadrados, con menos caballos bajo el capó, a ser nosotros mismos por lo que somos y no por lo que tenemos…difícil tarea.
¿Cómo era? «No sirvas a quien sirvió…» o algo así.
Vienen malos tiempos, los ajustes al pueblo, que no a los sueldazos de los grandes políticos ni las pensiones a ex presidente, vice y compañía que se llevarán varios millones de euros al año, de retiro absolutamente legal y constitucional.
Pobre de aquel que no sepa reciclarse, pobre de aquel que no sepa disfrutar de un bocadillo en la playa o en el monte.
Basta mirar alrededor, resurgen los rastros de usados, los coches se hacen cada vez más viejos en las mismas manos y la juventud visita los lugares de ocio en cuyo aparcamiento transforman los maleteros de sus coches en discobar.
Y… esto es sólo el principio.