Domesticar la migraña

INÉS ROIG (*)

La migraña no es un dolor de cabeza fuerte; es una de las enfermedades más incapacitantes, con gran repercusión social y laboral. Y aunque no es nueva, no tiene cura; la cuestión es mantenerla a raya.
Los afectados  por episodios de migraña no se limitan a tener un dolor de cabeza, sino que este va acompañado de una variedad de síntomas que permiten presentir un ataque. Los más comunes son náuseas o vómitos, fonofobia, fotofobia, hormigueo, cambios de humor, irritabilidad… que acompañan a un dolor pulsátil, que normalmente afecta a un único lado y que empeora con el movimiento o los cambios de postura.
Cada paciente y cada crisis son diferentes pero quienes padecen un episodio de migraña han de guardar reposo en cama. La migraña acostumbra a ser una dolencia familiar, por lo que se cree que hay un componente hereditario. Pero los mecanismos que determinan que una persona sea susceptible de sufrir episodios de migraña se desconocen. Se tienen identificados algunos factores que acostumbran a desencadenarlos. El más común es el estrés, también lo son los cambios atmosféricos, el dormir más o menos de lo habitual, el alcohol, determinados alimentos, los cambios de luminosidad y, para muchas mujeres, la menstruación.
En un alto porcentaje, las crisis de migraña tienen que ver con la alimentación, o más concretamente, con las dificultades de los migrañosos para degradar y eliminar la histamina que está presente en multitud de productos que comemos: vino, queso, cítricos…
Una cuarta parte de quienes tienen migraña nunca han sido diagnosticados y a veces hacen un uso inadecuado de analgésicos y antiinflamatorios y acaban teniendo cefalea por abuso de fármacos que acaban produciendo un efecto rebote
La persona con migraña ha de tener claro que esta no se cura y que de lo que se trata es de aprender a convivir con ella y evitar los factores que la desencadenan. El paciente debe evitar el estrés, los cambios bruscos en los ritmos del sueño, vigilar los ayunos y las bebidas alcohólicas. También se aconseja añadir a la dieta limón y pomelo, ciruelas, uvas, manzanas, kiwi, apio, espinacas, acelgas, alcachofas e infusiones hepáticas, entre otros.
Además de llevar una vida ordenada, se deben controlar otros factores de riesgo como no fumar, no tomar anticonceptivos orales y vigilar su tensión arterial y los niveles de azúcar para evitar hipertensión o diabetes.
Cada afectado debe buscar sus soluciones y tratar la medicación constante. A unos les funciona la acupuntura, a otros cambiar de alimentación, otros no se exponen mucho a la luz o al sol; la cuestión es mantenerla a raya.

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(*) Farmacéutica

 

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