Cosas de la mar de Xàbia (XIII): Les seques de gener

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Hay un momento del año, enero, cuando el frío, el viento, la lluvia tienen lugar con más intensidad en la geografía climática española, que en la Mediterránea, concretamente en la mar de Xàbia y la de su entorno hasta las islas en que el viento se calma. La mar se ofrece a la vista como una planicie extensa, de un azul casi cálido que adquiere tonalidades muy diversas según el momento del día y la luminosidad que el sol proporciona reflejada en sus aguas casi transparentes.

Entonces la suavidad del clima se aprecia con toda su placidez. Ambiente cálido y puro, atmósfera diáfana, sol acariciador que proporciona ese leve calor que anhela el cuerpo. ¡Qué delicia, sentarse en la playa, para pasar el tiempo sin hacer anda, sólo mirando la mar y recibir los cálidos rayos solares, dejando pasar las horas y sintiendo la suave brisa en el rostro y en el cuerpo! El suave movimiento de las aguas, casi imperceptible, sirve de música relajante para el cuerpo y el sosiego se apodera y se adormece el alma en un deseo de dejar que el tiempo fluya.

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Es un momento muy especial en que la primavera se está incubando. A veces en este tiempo calmado, la floración de almendros se adelanta. Hay un anticipo de los meses siguientes.

Las calmas de enero obedecen a una situación meteorológica especial. He preguntado a mi amigo Amadeu, que siempre es un asesor para mí en estas cuestiones sobre la causa y me lo explica de la siguiente forma. El anticiclón de las Azores se desplaza hacia el Este en invierno y va ocupando la Península y la Mediterránea occidental. Este anticiclón suele aparecer en enero, pero no es exacto pudiendo notarse su presencia a mediados de diciembre o retardarse hasta mediados de febrero.

Y me sigue informando de que un anticiclón es una alta presión que produce calma de viento y nubes altas y como hay más presión atmosférica, el nivel del mar baja casi dos palmos, por ello se llaman en Xàbia les seques de gener.

Así como el turismo ruso saca provecho de las noches blancas, esas últimas semanas de junio alrededor del solsticio de verano en las que los atardeceres son finales, los amaneceres son principios y la oscuridad nunca es completa; donde el sol no se pone hasta las 10 de la noche y el crepúsculo dura casi toda la noche; he visto sacar provecho a una empresa mallorquina de esta situación meteorológica, ofreciendo estancias para vivir ‘las calmas de enero’ a los turistas y viajeros que buscan vivir experiencias nuevas y poco usuales, dignas de dioses o de seres privilegiados.

Y hemos de añadir un nuevo aliciente a este momento. Es el de la degustación de los bogamarins. Si a les seques de gener añadimos la degustación dels bogamarins tendremos un programa completo del que podemos disfrutar nosotros y también el viajero. Porque muchas veces ofrecemos al visitante cosas que nosotros, casi ni nos damos cuenta de que las tenemos y no disfrutamos de ellas. No percibimos nuestra propia realidad que otros sí que perciben y sacan provecho de ella. Y si als bogamarins los acompañamos en la degustación con un vasito de vino blanco del terreno, tendremos la posibilidad de gozar como dioses de la naturaleza, aquello que Adán en su fuero interno deseaba. Creo que hoy, la serpiente, podría ofrecer a nuestra primera madre, estos tres alicientes para tentar a Adan y no hubiera salido peor que con la manzana.

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