Complementos vitamínicos: ¿cuándo tomarlos?

INÉS ROIG (*)

Parece fácil seguir una dieta equilibrada, hacer ejercicio físico cada día, dormir las horas necesarias, relacionarse con los demás y tener una actitud positiva ante la vida. Pero quien más y quien menos tiene semanas en que el cuerpo no da más de si y arrastra cansancio, o el estrés aparece porque las exigencias laborales traspasan el límite de lo soportable o al contrario: pasan las semanas sin encontrar un nuevo trabajo, la actitud positiva se va al garete tras la última discusión con la pareja o con los hijos o con los compañeros de trabajo, y hay días que no hay manera de dormir bien.
 Ante este panorama no es extraño que la tentación por tomar complementos vitamínicos para superar la fatiga o ante el creciente estrés, se pruebe y sorprendan los resultados casi inmediatos de algunos productos a pesar de las circunstancias.
 Los nutrientes se pueden clasificar en macronutrientes (proteínas, glúcidos y grasas principalmente) que aportan la materia y la energía que interviene en el crecimiento, el funcionamiento y el mantenimiento de la estructura del cuerpo, y los micronutrientes (minerales, vitaminas, ácidos grasos y oligoelementos) que se encuentran en pequeñas cantidades en los alimentos. Estos últimos, aunque no aportan energía son fundamentales en la regulación de las actividades celulares del organismo.
 El problema es que no se come un poco de todo, y hay situaciones más desgastantes que otras. En el mercado hay productos específicos para paliar este déficit vitamínico según las circunstancias, ya sea ante situaciones de estrés pasajero, para mejorar los problemas de las articulaciones, para reforzar el sistema inmunológico o para aportar ocasionalmente una mayor energía al organismo para afrontar el día a día.
 Solo una pequeña parte de la población alcanza los consumos recomendados de verduras y hortalizas, frutas, leche y derivados. En las personas mayores en especial hay un elevado porcentaje de sujetos en riesgo de déficit nutricional. Pero además, en situaciones de estrés físico o mental, puede que nuestra dieta habitual se quede corta en la ingesta de nutrientes.
 El problema es el consumo desmedido de los suplementos vitamínicos, se toman demasiados y, en muchas ocasiones sin control médico. En Estados Unidos se gastaron el año pasado unos 110 millones de euros en estos productos, aunque no son los que más consumen. Este honor lo poseen Filipinas y Tailandia. España se sitúa entre los países donde se consumen menos vitaminas y suplementos dietéticos.
 No hay que esperar a estar cansado o con estrés para empezar a tomar complejos vitamínicos, pero es recomendable consultar al médico antes de hacerlo.
 En el mercado hay múltiples complejos vitamínicos solos o asociados a otras sustancias con propiedades saludables, y que teóricamente deberían tener las cantidades adecuadas y cumplir con los estrictos criterios que la normativa comunitaria o española recomienda.
 En algunos ambientes y culturas hay un excesivo consumo de estos productos. Y es necesario recordar que estos no deben sustituir a una alimentación variada y equilibrada, solo deben ayudar en caso de posibles déficits por una mayor demanda física, mental o en dietas carenciales, dietas desequilibradas como es el caso de vegetarianos estrictos, dietas terapéuticas hipocalóricas o dietas en las que se excluye algún grupo de alimentos.

(*) Farmacéutica

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