Muchos recordarán aquel «slogan», «Agua para todos», que servía para encabezar manifestaciones, anteriores a la época en que manifestarse era calificada como una «algarada» y a los manifestantes se les tildase de «pancarteros». Esas pancartas también rodeaban a los que, después de protestar, iban a comerse una gran paella, pagada con ¿dinero público?, no se sabe, porque nunca se daba ninguna explicación sobre esos gastos, que eran el chocolate del loro dentro de los dispendios que se daban en otros eventos.
Este año ha sido especialmente seco, sobre todo en las estaciones lluviosas, otoño y primavera, y han necesitado un aumento del caudal de riegos para las huertas que aún resisten, como las de la Vega Baja del Segura, lo que queda de la excepcional huerta valenciana, regada por la red de acequias secas del Turia, que está totalmente agostado por la sangría que se le hace desde todos partes para dar de beber los habitantes de urbanizaciones y poblaciones que también tienen que regar jardines y llenar piscinas. Lo que sobra puede regar los escasos campos productivos de naranjos, por el sistema de goteo, inventado por países en los que falta el agua, como es nuestro caso.
Las protestas de los afectados por la sequía se dirigían al Gobierno central y, curiosamente, estaban encabezadas por el gobierno autonómico de los afectados, mientras que el gobierno autonómico, desde donde venía el agua, ponía el grito en el cielo, negándonos agua tan necesaria. Se pedía que el Gobierno central actuase.
Pues héteme aquí que el Gobierno central ha cambiado y ha promulgado una norma que concentra la administración de las cuencas fluviales en el gobierno del Estado. Así mismo, los gobiernos autónomos de las cuencas donantes y de las cuencas receptoras son del mismo signo partidista. Eso no ha impedido que el de la cuenca donante haya puesto el grito en el cielo y no quiera dar más agua, porque ellos también la necesitan. Como en todos los años anteriores.
El agua almacenada en los pantanos de cabecera será administrada por el Estado, como ya he dicho, aunque el pantano más grande de la cuenca del Júcar, que fue construido con la aportación de los agricultores valencianos, después de su rescate por el Estado, haya servido para regar las huertas de Castilla-La Mancha, dejando a la agricultura valenciana las sobras, cada vez más escasas.
No se oye ya la reivindicación que se hacía en otros tiempos. Del «Agua para todos» se ha pasado a «Contigo pan y cebolla». Y además, ya no hay paella para nadie, que estamos en crisis. Habrá que valencianizar el agua, aunque visto lo que pasa en lo que queda de las cajas valencianas y su secuela, los bancos producto de fusiones, que aunque más que fusionados, están fundidos por tanto derroche y tanto despilfarro.