A la luna de Valencia: Sangre, sudor y lágrimas

RodolfoMarti

La Sanidad está teniendo problemas. Es un clamor que esos problemas se derivan de los llamados «recortes». Los problemas tienen mucho más profundidad, porque son la expresión de una práctica política que está eliminando los servicios públicos, entre ellos los sanitarios.

Ha sido noticia de ámbito nacional el trato recibido por un bebe, que con 41 grados de fiebre fue rechazado por un centro asistencial por no pagar una tasa. Por lo leído, el que iba a percibir la tasa no sabía el importe correcto, por lo que el bebé fue paseado dos veces, se supone que al cajero automático, hasta que la cantidad fue considerada la correcta. La Administración sanitaria ha reconocido su error burocrático y le ha devuelto el dinero a la familia. Afortunadamente la cosa no ha tenido más trascendencia, creo, porque un ser humano, con esa fiebre, pudo tener una grave complicación.

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En los centros geriátricos valencianos, hay ancianos residentes que están acostados hasta 13 horas, por falta de personal suficiente para levantarlos o acostarlos. Esto además de ser poco beneficioso para la convivencia, es muy perjudicial para la salud de esos ancianos, puesto que es sabido, incluso por el normal de la gente, que los mayores tienen problemas respiratorios graves, pues se les pueden producir escaras en la piel, o embolias venosas, con el riesgo de un trombo embolismo pulmonar, por lo que se recomienda una movilidad máxima y cuanto antes mejor en los pacientes que han necesitado de un encamamiento.

Según una noticia que se ha publicado en este mismo periódico, unas 6.000 personas de Dénia tienen una asistencia en precario, porque varios médicos, que están de baja o han cambiado de destino, no han sido remplazados todavía, con lo que los ciudadanos adscritos a ellos han pasado a engrosar el cupo del resto de la plantilla disponible. ¿Qué pasará este verano, cuando la avalancha de turistas, que así sea, pueda provocar un colapso en la asistencia? Porque ya se está produciendo una saturación en las consultas.

El Sindic de Greuges, cuya imparcialidad y eficacia es indiscutible, alerta que se vuelva a implantar la beneficencia sanitaria pública. Ese reimplante necesitaría un presupuesto adicional, el aumento de la plantilla sanitaria, la recuperación de los centros públicos asistenciales, que la universalización de la asistencia traspasó de las corporaciones locales a la asistencia sanitaria pública de la Seguridad Social. Es decir, un cambio total de política, un aumento del gasto actual (indeseado por la Administración) y un retroceso conceptual de lo que es la asistencia sanitaria. Tendríamos, pues si esta reforma se produjera, tres niveles asistenciales, el de la Beneficencia, el de la Seguridad Social y el de la asistencia privada. Es decir una vuelta a 30 años atrás. Pero está claro, la alerta del Sindic así lo señala, que algo hay que hacer para recobrar nuestro excelente nivel sanitario que ha sido la envidia de los europeos, pues se está mermando la asistencia, digan lo que digan, con grave deterioro de la calidad. Porque retirar un fármaco, que es el único que alivia los síntomas de los enfermos de fibrosis pulmonar, por que es demasiado caro, indica que se están primando las restricciones económicas sobre las asistenciales. Si además se produce una reforma de la Administración Local, en la que pueden recortarse servicios básicos municipales, ¿quien se hará cargo de la gestión de esa beneficencia?, ¿las cuestionadas diputaciones?

Si añadimos que hay jubilaciones de médicos en pleno rendimiento porque han cumplido 65 años, aunque se están produciendo sentencias revocatorias de esas jubilaciones, parecen indicar que la política de recortes de personal no ha hecho nada más que empezar y que vamos a recorrer un largo camino de sangre, sudor y lágrimas, como dijo Winston Churchill durante la Segunda Guerra mundial.

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