A mí me parece que la gente está más que harta de que los medios informativos y sobre todo tertulianos, comentaristas y gente similar, les esté, estemos, día tras otro, dando la matraca sobre la crisis, la prima de riesgo, el rescate, el déficit, etc., etc. Y está harta porque bastante tiene con aferrarse a la vida, aguantando el empleo, pagando lo que haya que pagar y todo lo demás.
Por eso, en tal día como hoy, que es la víspera del llamado Halloween, esa fiesta de importación estadounidense, criticada que ha sido por mí en otras ocasiones, porque para fiestas tétricas estamos, podía hablar de cosas más alegres, como por ejemplo el «madreo» del vino de Denominación de origen León. El vino rosado de madreo de denominación de origen León (DO) recibe este nombre porque se utiliza la ‘madre’, los mejores racimos seleccionados de las mejores viñas que se añaden al mosto durante la fermentación alcohólica y se mantienen hasta el final de la misma. Esto le da al vino rosado, denominado así por presión europea, unas características muy diferentes al rosado habitual. Porque no es ni más ni menos que el llamado «clarete» en aquellas tierras.
De veras que es un vino especial, con un buen sabor, un peculiar aroma, un color diferente. El que han conseguido elaborar varias bodegas de la zona de Valdevimbre, donde es el vino más popular, es de una calidad superior. Allí es costumbre en estas fechas otoñales y las de los fríos inviernos, irse a merendar a una bodega. Cada uno de los comensales aporta un plato: jamón, cecina, chorizo, lomo, salchichón, tortilla de patatas, perdices escabechas…. El dueño de la bodega, anfitrión de la merienda aporta el vino, normalmente el clarete. Para no enfriarse se enciende una hoguera, que templa el ambiente de la bodega, que suele estar a una temperatura constante, soportable en invierno y muy agradable en los calores del verano. Las viandas y sobre todo el buen vino hacen el resto y el grupo sale caliente de la bodega, corriendo hacia sus casas, donde les espera el buen fuego de la chimenea y una cena de caliente.
Afortunadamente, todos los poseedores de viñedo no hicieron caso de la directiva europea que emplazaba a arrancar las viñas, alegando pretextos diversos y dando a los que si las arrancaron una compensación económica, muy por debajo del valor real de las viñas. De aquellas viñas que no se arrancaron, se pudo repoblar parte de los antiguos viñedos, que en estos momentos ya aportan una razonable cantidad de quintales en la vendimia.
Los pueblos no se han vaciado y en algunos casos, muchos emigrantes vuelven a su tierra, en la que están encontrando un «modus vivendi» que no han encontrado en las ciudades o en otros lugares.
Bébanse un trago de vino de DO.. León y me dicen que les ha parecido. Si no les gusta el clarete o rosado, también encontrarán un buen vino blanco de la tierra y un gran vino tinto. ¡A su salud!