En medio de idas y venidas, que este verano han sido numerosas, he podido enterarme que se estaba poniendo en cuestión el tren de vía estrecha de Dénia a Benidorm (antes directo de Dénia a Alicante), con el pretexto de que era poco rentable y necesitaba una gran inversión para que fuese más rápido y seguro. Es decir, el pretexto era redundante: el tren era lento, inseguro, necesitando dinero para asegurar las traviesas y los rieles, puesto que había pernos que estaban sueltos y se podían producir descarrilamientos, además de un traqueteo y un ruido insoportables para un tren que circula por una zona turística, una zona que debía ser un escaparate para habitantes de otras tierras, los turistas, especie que parece que será la última en desaparecer del tejido económico español y sobre todo de la Comunidad Valenciana. Porque a la agricultura le acaba de dar la puntilla la UE, dándole prioridad a la agricultura marroquí.
Como no hay dinero para otras cosas más perentorias y necesarias, pues a recortar del trasporte público, que ni falta que hace, que para atraer turistas, con aeropuertos, autopistas de peaje y carreteras, ya podemos tener bastante. Claro que, según parece, desde el aeropuerto de Alicante no hay una buena conexión por carretera hasta los pueblos turísticos, encima. Si tenemos en cuenta que la conexión ferroviaria es inexistente, no solo hasta el aeropuerto de Alicante, sino desde la Marina Alta hasta Valencia, que el aeropuerto de Castellón es solo peatonal y que del aeródromo-aeropuerto previsto en el concierto previo del nonato PGOU de Dénia nunca más se supo, si encima se recorta el tren hasta Benidorm desde la capital de la Marina, que mal que les pese a algunos sigue siendo Dénia, estaremos muy aislados.
Alguno de ustedes pensará si esto no se podía haber previsto en los tiempos de bonanza económica. La contestación es: Afirmativo. Pero en aquellos tiempos bastante tenían las fuerzas vivas en pensar cual podía ser el próximo negocio y que parcela no debía ser ocupada por servicios públicos sino recalificada.
No sé si se acordarán ustedes la cantidad de veces que se aprobaron protocolos, convenios de colaboración entre el Gobierno central y el autonómico, se convocaron y celebraron manifestaciones organizadas, tanto las que se promovían desde la ciudadanía como las que se impulsaban desde instituciones privadas o públicas, ayuntamientos de todos los colores políticos, sobre todo si eran de distinto signo al Gobierno central, que con tal de desgastarlo servía cualquier cosa
¿Habrá algún gestor político o algún asesor (que alguno debe saber algo para poder asesorar) que se haya leído la Constitución?. Porque en el capítulo III, artículo 148, dedicado a las competencias que pueden ser asumidas por las Comunidades autónomas en su apartado 5 dice textualmente: » Los ferrocarriles y carreteras cuyo itinerario se desarrolle íntegramente en el territorio de la Comunidad Autónoma y, en los mismos términos, el transporte desarrollado por estos medios o por cable» Es decir, que tanto el tren Benidorm-Dénia, como el Alicante-Benidorm y sobre todo el Dénia-Gandia podían haberse gestionado directamente por la Generalitat Valenciana, porque no hablamos del Corredor mediterráneo, sin necesidad de tanto convenio y tanta conversación, que no era más que un método dilatorio o un modo de aplazarlo sine die, como ha ocurrido. Porque, con los recortes, las primas de riesgo, la falta de dinero y sobre todo de voluntad política, la reposición y puesta al día de los tramos en malas condiciones de la vía estrecha, así como el enlace tan necesario, tan reclamado, tan deseado de la vía ancha, se pueden aplazar hasta el siglo que viene, Dios no lo quiera.