Una historia de huesos y dignidad

Paco Roca pone imágenes a la dureza de la represión franquista en El abismo del olvido

Para Paco Roca y Rodrigo Terrasa no ha sido fácil hacer una novela gráfica sobre los represaliados del franquismo. Por varias razones. A diferencia de la Segunda Guerra Mundial y el Holocausto, en el caso de la Guerra Civil Española “no hay fotografías del dolor”, comentaba el ilustrador valenciano el martes en Dénia. La historia, como siempre ocurre, la han escrito los vencedores y ‘las historias’ de las familias que no pudieron llorar a sus muertos, que fueron señaladas y obligadas a callar, son historias de silencio. Historias de un duelo que pasó en voz baja de madres a hijas, de una lucha que busca justicia y de una dignidad que necesita ser restituida. Con El abismo del olvido, Paco Roca asume el reto de crear la memoria visual de unos hechos sobre los que se ha pasado de puntillas durante más de ochenta años. La presentación del cómic, documentado al milímetro y con el testimonio directo de quienes pasaron por aquello, sirvió para inaugurar las jornadas Memòria i Futur del Ayuntamiento de Dénia.

El tema de las fosas comunes a donde fueron a parar los cuerpos de miles de republicanos asesinados tras el fin de la guerra no era nuevo para Paco Roca. Ya lo abordó con Regreso al edén. Lo hace ahora centrándose en la fosa 124 del cementerio de Paterna y la historia de Pepica Celda, que conoció a través de un artículo publicado en prensa del periodista Rodrigo Terrasa. Ambos han trabajado juntos en este proyecto, entendido como una forma de “hacer justicia” para las familias “porque se ha hecho público su duelo”. Los fusilados, señaló el dibujante, “fueron eliminados físicamente y en cuestión de memoria”. Para ellos no hubo lápidas ni identificación. La exhumación de sus cuerpos, reclamada por las familias durante años, ha permitido cerrar heridas. “Es un tema humanitario y no hay nadie que se pueda oponer”, puntualiza, “porque no están ahí por accidente, fueron condenados por crímenes que la mayoría no cometieron”.

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            Exhumar a los muertos, identificarlos y darles sepultura junto a sus seres queridos -como deseó siempre la madre de Pepica- es volver a otorgarles identidad, afirma Roca. Su deseo fue entender la insistencia de las familias en recuperar los cuerpos, un proceso “que impresiona” y del que quiso ser testigo. Conoció la figura de Leoncio Badía, un republicano que fue condenado a trabajar en el cementerio y enterrar a los suyos. Lo describe como “un héroe de pequeñas cosas” que quiso “enterrar con dignidad a los muertos y mitigar el dolor de los vivos” colaborando con las viudas en la identificación de los cadáveres y ocultando pequeñas cosas entre sus cuerpos. La importancia de recuperarlos la justifica en la necesidad de las familias de sanar la herida y pasar el duelo. También en algo tan antiguo como que el ser humano necesita de rituales.

El abismo del olvido es un homenaje a las mujeres calladas, que se apoyaron entre ellas y que fueron las encargadas de mantener viva la memoria. El libro ilustrado bucea entre la narrativa, el periodismo y la pedagogía. Detrás hay un arduo trabajo de documentación “porque no queríamos que nadie nos pudiese echar en cara nada”. Desde que empezaron a documentarse hasta que el libro estuvo terminado transcurrieron dos años. Empezaron de cero, buscando el lado humano de la causa que movía a las familias en su reivindicación “e intentando dejar la política a un lado”, confesaba. Se propusieron conseguir que quien lo leyese no tuviese nada contra la exhumación de los cuerpos que fueron arrojados a las fosas y lo que a él particularmente más le motivó fue “poder poner voz a gente que no pudo hablar en su momento” porque, como dice, “los perdedores no han tenido voz”. Paco Roja elogia el trabajo de los arqueólogos y el papel de las asociaciones memorialistas. Recuerda que muchas fosas han quedado sepultadas por edificios y carreteras y que los cuerpos que allí se lanzaron “jamás se van a encontrar”. Una imagen en la que aparece un McDonald’s lo escenifica para recordarnos que “la democracia se escenificó sobre el olvido”.

Las jornadas Memòria i Futur continúan desarrollándose durante el mes de abril y hasta el 5 de mayo, día oficial en homenaje a los españoles deportados y muertos en campos de concentración y a todas las víctimas españolas del nazismo. Para el viernes 4 de abril se ha programado la proyección de la película Flores bajo el hielo (19.30 h., Centro Social). Y el sábado 5 se inaugurará la exposición La nueve. Un antifascismo emocional, dedicada a la compañía 9, integrada por españoles republicanos que continuaron su lucha contra el fascismo en Francia (12 h., Museo Etnológico, con coloquio y la presencia de Enrique Gómez Arnás, presidente de ARMHA).

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