¡Ojo con las rodillas!

INÉS ROIG (*)

Son las grandes olvidadas. No se cuidan hasta que no duelen y, en la mayoría de las ocasiones, entonces ya es demasiado tarde. Una buena tonificación es esencial.
Las rodillas son las articulaciones más grandes de nuestro organismo y, en consecuencia, también las que más sufren. Si uno no ha practicado deportes de riesgo, su trabajo no castiga esa zona y no tiene malformaciones congénitas suelen aguantar. Pero no mucho. A partir de los cuarenta y, sobre todo, de los cincuenta, las rodillas comienzan a causar problemas, particularmente en las mujeres.
Teniendo en cuenta que, las rodillas son un punto importante de carga y de ellas depende en gran parte nuestro equilibrio y control del centro de gravedad, si estas articulaciones fallan, el peso pasa a la cadera y al tobillo de forma inadecuada. Pero, además, al caminar de forma incorrecta la espalda se ladea y aparecen problemas en la zona lumbar y cervical.
Con la edad empieza un desgaste de huesos que los deforma (la artrosis) en función de cómo cargamos nuestro peso sobre la rodilla. Y por razones hormonales, en las mujeres este proceso se acelera al combinarse con problemas de descalcificación que llevan a la osteoporosis. En estas circunstancias, las estructuras que sostienen la rodilla, tendones, músculos y ligamentos, pierden eficiencia, y la rodilla es más inestable, con lo que puede que falle en numerosas ocasiones, lo que se traduce en un desgaste de huesos y también en una mayor tensión sobre ligamentos y tendones. A todo esto se añade que, con los años, se suele reducir la actividad física, se aumenta de peso y se pierde tono muscular. Esa es la razón por la que es imprescindible mantener las rodillas siempre en forma. Y cuidarlas aunque no duelan. Tener un peso equilibrado, evitar posturas incorrectas y el sedentarismo, y usar un calzado adecuado para cada ocasión es imprescindible para mantener la salud de esas grandes articulaciones, pero también para cuidar todo nuestro sistema musculoesquelético, incluida la espalda.
Hacer deporte dos o tres veces por semana, caminar todos los días, no fumar, evitar el alcohol y hasta el más mínimo sobrepeso para no cargar las extremidades inferiores, y crear en ellas dolores e inestabilidades, son tareas que nos ayudan de forma eficaz a cuidar las rodillas.
Por definición, si la rodilla sufre debemos reducir la carga sobre ella, eso elimina todas las actividades donde se carga peso sobre la rodilla: correr y saltar, pero no siempre es así. Lo más importante es mantener al paciente activo para frenar la artrosis y mejorar el tono muscular. Hay que buscar actividades que motiven y se adapten a las posibilidades físicas de cada paciente.
Hay que distinguir entre los problemas debidos a un traumatismo por accidente o deporte (esguinces, lesiones de menisco, ruptura de ligamentos, fracturas, tendinitis), los problemas derivados del envejecimiento natural, que sería la patología degenerativa, siendo la artrosis la dolencia más común y en otro grupo estarían los problemas derivados de problemas inflamatorios derivados de enfermedades inflamatorias como la artritis reumatoidea o la gota.
En niños y adolescentes son frecuentes las alteraciones en la osificación; los jóvenes se ven más afectados por problemas derivados del deporte o traumáticos, como son las lesiones y rupturas de menisco, lesiones de ligamento y tendinitis. Finalmente, a partir de los 40 años, los problemas suelen derivar del envejecimiento o desgaste de las estructuras (rupturas de menisco degenerativas y artrosis).
Rodillas sanas y una buena educación postural, combinados con dieta y tonificación evitan muchos problemas.

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(*) Farmacéutica

 

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