«Creo que se han olvidado de mí y en estos 34 años no me han dicho: vamos a cambiarte”
JOSÉ VICENTE BOLTA
A sus 74 años, Miguel Gavilá se siente con fuerzas e ilusión de continuar al frente de la Parroquia de San Miguel Arcángel de Dénia. Se podría jubilar dentro de unos años, pero no parece que vaya a ser así. Gavilá es un caso poco frecuente de la Archidiócesis porque se ha mantenido en el mismo puesto desde septiembre de 1990, cuando se fundó la parroquia.
P: ¿Es difícil afrontar la Semana Santa en una sociedad donde los valores religiosos están apartados?
R: El ambiente de la sociedad de hoy indudablemente es muy diferente y prácticamente no se parece en nada al ambiente de hace 50 o 60 años o al de mi infancia. En la época anterior pesaba mucho la presión social. Todo el mundo era cristiano católico en España y ahora mismo vivimos en una sociedad indiferente a la religión. Tal vez a veces es preferible que alguien esté en contra, con lo cual puedes entrar en debate. Lógicamente, la repercusión social de la Semana Santa en la sociedad en la que vivimos queda reducida al ámbito de aquellos que tienen una conciencia religiosa y además se consideran cristianos practicantes. La Semana Santa tiene una vistosidad exterior y la riqueza de la liturgia queda encerrada en el templo y en los que acuden al templo.
P: ¿Y qué es lo que ocurre?
R: Que la Semana Santa tiene actos muy arraigados de religiosidad popular, tiene una vistosidad seas creyente o no. A la gente le gusta verlo como espectáculo.
P: No es lo mismo ir a ver un desfile de moros i cristians que una procesión.
R: No es el mismo. ¿Entonces qué pasa? Que la actitud del que se está manifestando es una actitud de fe, de creyente, que da testimonio ante la sociedad de lo que él cree. Aquel que lo ve puede tener muchos interrogantes, puede tomar una postura de respeto o de rechazo. Tiempo atrás, era impensable que cuando pasaba una procesión por la calle la gente no se levantara, no hiciera la señal de la cruz y no guardara silencio. Hoy, vamos por la calle, nos encontramos con una terraza de un barrio donde la gente está sentada, tomando su bebida o charlando y yo no puedo exigir al que está sentado en una terraza que se calle y que se ponga de pie, porque él tiene su libertad de actuar como quiera. Y él tampoco me puede exigir a mí que me retire de la calle, porque yo estoy haciendo un acto del cual también socialmente he pedido un permiso para transitar por la calle y manifestar aquello que yo creo. Si hay educación, tal vez la persona que está sentada guardará un poco de silencio, mirará, pero si es indiferente, pues pasa olímpicamente del tema y ya está, ¿qué vamos a hacer?
P: Cuando se fundó la Parroquia de San Miguel se introdujeron actos que no se habían celebrado nunca en Dénia. Hubo voces en contra.
R: En aquella Canfali me llamaba Padre Procesiones. Me lo tomé con humor porque lógicamente mi vida no se define por hacer procesiones.
P: ¿Por qué surgió aquella programación tan extensa?
R: La primera cosa que tengo clara es que la fe se tiene que manifestar exteriormente. Yo observé que en toda esta barriada no había ambiente de Semana Santa y todo quedaba centralizado en el centro de Dénia y en dos actos de religiosidad popular: el vía crucis en el castillo, que es un recinto cerrado, y la procesión del viernes Santo centro de Dénia. Con el Consejo Pastoral y los catequistas pensamos que necesitábamos que esta zona sonara y la solución era recurrir a una tradición. Entonces iniciamos la procesión del domingo de Ramos, la del Jueves Santo de Silencio y la del Encuentro. Después se añadió, al cabo de pocos años, porque hace ya 25 o 26 años y he perdido la cuenta, la Representación de la Pasión.\
P: Que se realizará el próximo lunes. ¿Qué tiene de significativa esta representación?
R: El grupo puede variar de un año por otro, pero este año, por ejemplo, son 70 actores de todas las edades. Lo que se pretende es ofrecer a aquel que vaya a verlo una representación de la pasión, de los últimos momentos de la vida de Jesús y de su resurrección, como una motivación más dentro del ambiente de la Semana Santa. Está claro que no hay ningún actor profesional, todos son voluntarios, pero sí que es cierto que todo eso conlleva pasarnos prácticamente la cuaresma ensayando. El momento de la representación tiene una doble vivencia para los que lo representan, que tienen que identificarse, y también el testimonio y la presentación ante los espectadores de ese momento de la vida de Jesús.
P: ¿Cuáles son sus desafíos como párroco?
R: El conocer y el que te conozcan, eso es un reto, porque el sacerdote es un punto de referencia. Es verdad que yo voy vestido de normal, no utilizo el clergyman, pero la gente me identifica como sacerdote. Entonces, te saludan, te conocen, te preguntan. La segunda cosa es que la parroquia, lo que es el edificio, la institución, sea un punto de referencia. Además, nosotros pusimos iglesia católica en la fachada parroquia San Miguel. Porque en los principios, cuando estábamos en el bajo, para muchos aquello era la cochera o la secta. Y otro reto es que todo aquel que venga aquí se salga contento, sea por lo que sea. No es fácil porque depende de la actitud en la que muchas veces te encuentras tú y de la actitud de aquel que viene. Pero que todo aquel que venga a la parroquia, sea por el motivo que sea, aunque no consiga lo que quiera, salga con la sensación de que ha recibido atención, afecto, comprensión y que la puerta la tiene abierta. Siempre he pensado que, si alguien va a la iglesia y sale contento, puede ser que vuelva. Si sale cabreado, es muy difícil que vuelva.
P: ¿Se identifica con alguna corriente dentro de la iglesia actual?
R: Yo me identifico con la línea del Papa Francisco. Con eso está todo dicho. Y no tengo ninguna añoranza del pasado.
P: ¿El siguiente Papa tiene que ser distinto, como por ejemplo uno de África?
R: Lo que pueda salir, no tengo ni idea.
P: ¿Y a nivel social qué labor se hace?
R: La parroquia tiene instituida Cáritas. Cáritas no es una ONG, Cáritas es esencia de la vida de iglesia. Ahora, en lo que va de año, estamos atendiendo en esta barriada a 36 familias, a las que mensualmente, a través de la tarjeta solidaria, se les aporta una cantidad de dinero para que la gasten en alimentación o en aquello que urgente para ellos esa labor está.
P: Claro, no solamente realizan las misas y entierros.
R: La gente piensa la única faena que tiene el cura es hacer la misa, ya está. O si hay un entierro, si hay una boda, las cosas puntuales. Eso es lo que se ve. Pero hay mucho más. Durante 25 años hemos estado haciendo la escuela de verano y aquí se metían 200 y 300 niños cada día. Yo no sé cómo lo conseguimos. Desde luego, gracias a Dios nunca pasó nada que pudiera habernos extorsionado. Pero bueno, había un buen ambiente. Vino la pandemia y eso se desmontó porque ya no podíamos hacerlo. Luego vino el tema de las obras y como todo es lento, al final ya nos hemos desconectado de eso. Pero era una acción social. Hace 25 años no había ninguna actividad de verano para los niños. Nosotros percibimos que había un problema laboral, de reconciliación familiar, de dónde dejar a los niños y empezamos a hacer la ludoteca en el bajo donde estábamos.\
P: ¿Le han intentado apartar alguna vez como párroco de San Miguel? Porque es difícil estar en el mismos puesto tantos años.
R: Yo creo que se han olvidado de mí. Don Miguel Roca, que en paz descanse, que era arzobispo en aquella época, me mandó con la misión de crear una parroquia en Dénia y en esta zona en concreto. Ha habido sacerdotes, a los que también se les ha mandado la misma misión y por la circunstancia que sean, todas dignas y respetables, pues han estado tres o cuatro años y han dicho: me voy, quiero cambiar. O les han propuesto un cambio. En estos 34 años no me han dicho: vamos a cambiarte. Por algo será. También es verdad que yo llegué aquí con recién cumplidos 40 años, ahora tengo ya 74, voy a cumplir. Me queda poco para el término de jubilación.
P: ¿Cuándo será?
R: Oficialmente yo tengo que presentar la jubilación a los 75 años. ¿Normalmente qué suele ocurrir? Pues si te encuentras físicamente estable y aún funcionas, digamos, para aguantar los envites, pues aguantas hasta los 80. A los 80 ya tienes que dejar toda responsabilidad. De momento estoy aquí y estoy muy feliz.\
MUY PERSONAL
P: ¿El momento más grato en todos estos años?
R: Por ejemplo, cuando celebré el 25 aniversario de mi orden sacerdotal. Yo nunca esperaba que la parroquia organizara el evento que realizó por ese motivo. Vino gente de todos los pueblos donde había estado anteriormente, lo organizaron todo: los detalles de la misa, la comida, regalos, discursos. Me quedé un poco muy desencajado. Ese día entre otros muchos.
P: ¿Y el peor?
R: Cuando hay que pagar al banco (risas). El inicio fue complicado por la novedad de una nueva parroquia y por la mentalidad de la gente hecha a una costumbre determinada. Era un poco doloroso ver que vecinos del entorno de donde estábamos ubicados no querían por nada del mundo venir a la parroquia porque ellos eran de la otra parroquia o de donde fuera. Entonces eso en el fondo te sabía mal, porque veías una visión de iglesia muy cerrada, un poco abierta, y eso pues humanamente te dolía. Ahora eso no ocurre.
P: ¿Hay buena relación con los otros párrocos?
R: Sí, sí, indudablemente. Está claro que cada parroquia tiene sus características propias y todas muy respetables, porque es una forma de hacer pastoral, de enfocar las cosas y tal.
P: ¿Se prepara un sacerdote para la Semana Santa de forma especial?
R: Si tú lo vives, transmites lo que estás viviendo. No se trata de hablar bien y de pronunciar un gran discurso, son que está la actitud personal. Las palabras se las lleva el viento, lo que queda es el testimonio de la vida. Y, si no hay vivencia, no hay testimonio. Al final, el peligro que tienes es el de convertirte en un funcionario. Con todos los respetos a los funcionarios. A veces, he comentado: Si yo hiciera la misa conforme me contestáis, sería un aburrimiento. Además, cuando el sermón es largo, a los cinco minutos, todo el mundo desconecta. Si encima es monótono en la dicción y complicadísimo en lo que estás diciendo, no coges el hilo de la película.
P: ¿Qué hace un cura como usted en sus ratos libres?
R: La deformación profesional hace que no desconectes nunca. Pero, a mí me gusta caminar. Todos los días me voy una hora a caminar por la playa. Me gusta viajar, escuchar música clásica, el mundo del arte, la cultura, esas cosas. Viajar te enseña, porque es una asignatura de la vida que te enseña que lo que aquí es intocable, allá no tiene importancia.
gavila