Hay un delicioso libro de Esperanza Salvatierra Codina intitulado Costumari Gastronòmic en el que se plasman las delicias del comer (de ahí el apelativo que le he dado) de nuestra tierra y donde se describen las tareas cotidianas que la mujer xabiera debía realizar para lograr que el cotidiano alimento del pan estuviera en la mesa. Se levantaba pronto para amasar el pan. A las siete de la mañana ya lo tenían amasado y colocado sobre una tabla, cubierto por una manta, era llevado al horno al hombro para que lo cocieran. Como eran varias las mujeres que lo llevaban y podían confundirse, los marcaban bien con un corte de cuchillo o dos, con una cruz, con un pellizco o un rasgo especial. El hornero lo metía en el horno y al sacarlo, ya cocido, lo envolvía en un lienzo para evitar que se enfriara pronto y se endureciera la corteza. Era ésta una tarea semanal y luego durante esa semana, el pan que se comía en cada casa procedía de la misma hornada. También esperanza nos habla de la utilización dels fornets de la caseta per a coure el pa lo que se hacía también cada semana.
Pues bien, en ese delicioso (vuelvo a calificarlo de delicioso) libro se enumeran los hornos que existían en los años 50 del siglo XX en Xàbia. Si nos fijamos bien, no existían las panaderías o eran muy incipientes todavía. El horno es algo que implica artesanía e industria. No es un comercio sino un lugar donde se expende algo de primera necesidad. Y otra cosa: esta actividad tenía lugar porque cada familia tenía su propia harina del propio trigo que había recolectado y había llevado en su momento al molino. El hornero no necesitaba disponer de ningún almacén de harinas. El horno era un lugar de servicio público. Lo único que necesitaba el hornero es tener el horno a punto para cocer el pan y aquello que le llevaran, porque también allí se llevaba el arròs al forn y otras cosas.
No obstante lo dicho, en los años que estamos estudiando, vemos unos panaderos: Juan Capó Ivars en la calle Larga y Juan Bta. Capó Tro en la del Convento. Con el nombre de Emilio Vicente tenemos panaderías en el carrer Roques, San Isidro y del Pilar. Los hornos se ubican en el carrer avall (Francisco Diego Arnau, Francisco Diego Bas; en el raval del mar están el de Vicente Roselló Sivera y Vicente Fornés Costa; en el carrer dels Cups el de Pedro Arlandis Cholbi, en la calle Estrecha los de Miguel Ros y Sebastián Vallés Cabot, en la calle del Horno está el de Salvador Pedro; en la plaza de la iglesia el de Antonio Segarra Vallés; en la calle de Sa Ignacio (Carrer Nou) Vicente Fornés Costa y Juan Mulet Oliver y en la calle San Isidro el de Jaime Gil Cholbi. También tenía horno José Catalá Albi pero desconocemos el lugar o enclave del mismo.
Entre mis recuerdos está el de ir a recoger alguna cazuela de arròs al forn y ver allí, en el obrador, expuestas otras cazuelas que esperaban a sus dueñas. Era un momento de desahogo para las amas de casa ir al horno a recoger la cazuela, acompañado de algún menor que le ayudara en el transporte a casa de la misma. Era ese momento el de la tertulia y el de esparcir y recoger rumores de la villa. Por otro lado se asistía a una exposición en la que el color del arroz con los ingredientes que cada una de las cocineras le había puesto y el olor que desprendía el guiso era una invitación a comerla. La pituitaria reaccionaba y el deseo de llegar a casa para colocarla en el centro de la mesa se convertía en un motivo trascendente en ese momento. ¿Sabéis que en algún sitio a este guiso se le llama ‘arròs pasejat’?