La vida laboral de Jávea entre 1871 y 1880. (IX)

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En esta serie que venimos haciendo en relación a la actividad profesional de los javienses del último tercio del siglo XIX, vamos a hablar de aquellos profesionales por los cuales comencé este trabajo ya que me picó la curiosidad en relación al motivo por el que unas personas que se dedicaban a lo mismo estaban instaladas unas al lado de otras sin temor a la competencia del otro.

Pues bien: hoy hablaremos de los barberos y de los maestros sangradores cuya profesión tiene entre si mucha relación. Hasta el siglo XVIII el enfermo era atendido por médicos con títulos universitarios (bachilleres, licenciados o doctores), cirujanos (universitarios) o cirujanos-barberos (no universitarios) y curanderos empíricos. Los cirujanos querían ascender a una clase superior y ser considerados equivalentes a los médicos. La unión de la medicina y de la cirugía se realiza a través de la sanidad militar y en España se plasma en un reglamento de 1827, pero los estudios se unifican en 1845 con el Plan Pidal. En 1853 se publica el «Reglamento para el régimen y gobierno del Cuerpo de Sanidad Militar» con el objeto de «calificar la aptitud física de los individuos del Ejército, promover su robustez y desarrollo físico, curar las enfermedades y calificar las exenciones».

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Barberos: Bartolomé Torres, Juan Bta. Soler Tormo (de Albaida), Vicente Torregordo Prefasi, Vicente Such Moncho, Vicente Such Orozco y Vicente Vidal Tormos. Todos se ubican en el centro de la villa, lo que muestra el deseo de estar cerca de los clientes y también en calles del entorno de la iglesia. Las calles Mayor, San Buenaventura, Engrañó, Plaza de la Iglesia y San Bartolomé son aquellas en las que se ubican las barberías. Encontramos en la villa a un peluquero que es José Pérez Reselló que tiene su negocio en la calle de San Buenaventura y de Santa Ana.

No puedo saber si el local formaría parte de la vivienda, pero nos encontramos con el caso de Juan Soler Tormo que figura en estos diez años con domicilios de las calles Mayor, San Buenaventura, Engrañó y Plaza de la Iglesia. ¿Dónde tenía su vivienda y su negocio? Esta actividad profesional necesitaba ubicarse cerca de la vivienda. En realidad, cualquiera que haya visto una barbería de mitad del siglo XX, puede hacerse una idea. Solo se necesita el sillón de barbero y unos pocos utensilios, un espejo y poco más. Era pues lógico que este oficio se practicase en la propia vivienda. En la planta baja se ubicaba el local que solía tener siempre la puerta abierta y en el primer piso se situaba la vivienda. La calle de San Buenaventura acogía mayor cantidad de barberos y maestros sangradores a pesar de ser una calle corta, pero centrada en el casco de la villa.

Maestros sangradores: Eran muchas veces las que el barbero aplicaba las sangrías extrayendo sangre del paciente para tratar una dolencia. En algunas ocasiones se utilizaban sanguijuelas para esta función. Desempeñaban este arte José Albi Casabó en la calle San Buenaventura, Antonio Bas Arlandis en la plaza del Convento y Bartolomé Torres Bou en la calle de San Buenaventura mientras que Bartolomé Torres Bertomeu lo hacía en la calle Mayor. (Hemos de constatar que hay un Bartolomé Torres figurando como barbero, pero sin disponer del segundo apellido).

Hemos de añadir que estas relaciones de actividades laborales pueden estar incompletas en función de las fuentes que utilizo, por lo que también cabe señalar que podría haber más barberos y maestros sangradores en la villa.

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