El cronista Robert Miralles realiza una introducción de la historia del inmueble y de su adecuación como infraestructura municipal
El departamento de Cultura del Ayuntamiento de Ondara ha recurrido al cronista oficial de la villa, Robert Miralles, para conmemorar los veinte años de la apertura de la Casa de Cultura como infraestructura básica para el desarrollo del intelecto de los ondarenses.

Miralles ha situado el embrión del proyecto en paralelo a la recuperación de la plaza Mayor, que comportaba la demolición del Mercado Municipal por parte de la corporación que entonces presidía como alcalde. Un embrión que, según ha recordado, iría tomando forma con la autorización de una operación de crédito de 21 millones de pesetas por parte del Ayuntamiento para adquirir el inmueble conocido como la casa Favila, de los herederos de Josefa Gadea Iñareta.
Dicha adquisición se concretó finalmente en 1999 por 24 millones de pesetas, con la condición impuesta por los propietarios de acabar con la denominación errónea que implícitamente atribuía la titularidad del edificio al maestro de obras, José Sendra Ballester —conocido en su Benidoleig natal por el sobrenombre de Favila—, ya que fue él quien, como esposo de la propietaria doña Pepita, lo había reformado con la misma estética modernista que había desarrollado en los edificios de las principales avenidas y bulevares de la capital de Buenos Aires, adonde había emigrado en los años posteriores al desastre de la uva debido a la filoxera. Esta precisión llevó al cronista a exhibir una foto de la pareja para reclamar que fuera colocada en la entrada del edificio, que hoy en día cumple funciones de infraestructura cultural.

Además, ha mencionado los diferentes usos que habían tenido las distintas dependencias del caserón, como el espacio que era conocido como “el tubo” en los bajos, que desempeñaba funciones de calabozo al final de la Guerra Civil.
En cuanto al proceso de reforma y la adquisición del edificio con vistas a adecuarlo a su función actual, ha detallado la repentina desaparición de la portada a manos de la empresa adjudicataria, que pudo ser recuperada tras la advertencia de presentar la oportuna denuncia ante la Fiscalía de Patrimonio, lo que resultó fundamental para que los vestigios arquitectónicos modernistas fueran depositados y catalogados en el almacén municipal. Una portada que ha señalado como elemento singular de la fachada, junto a la tronera, que se mantiene como elemento arquitectónico que permite datar la construcción primigenia en el siglo XVIII, dado que la función defensiva resultaba justificada en una época en la que proliferaba el bandolerismo.
CONFERENCIA EL LLIBRE GRAN DE LES FAMÍLIES D’ONDARA
El cronista ha aprovechado la ocasión y la numerosa presencia de público congregado en el salón de actos como marco para impartir la conferencia El gran libro de las familias de Ondara, que ha definido como “la ecografía del Catálogo general de los nombres y apellidos de Ondara. Desde la Edad Media hasta 1950, de próxima publicación”.
Según ha explicado, el volumen “tiene como objetivo reunir a todas las familias con los nombres y apellidos que han poblado el pueblo”. En ese sentido, ha ofrecido algunas pinceladas del estudio en el Archivo Parroquial que ha llevado a cabo, en busca de aquel fenómeno que, con el fin de cobrar los impuestos a sus vasallos allá por el siglo XIII, motivó a los señores feudales a otorgar a los jefes de familia una denominación singular basada en elementos asociados como el domicilio, el oficio o las circunstancias físicas.
«Ha resultado un trabajo tedioso, adictivo y, al final, placentero, aunque parezca contradictorio”, ha sentenciado, detallando que abarca un total de 14.480 ondarenses nacidos entre 1623 y 1950, con la consulta de 2.767 actas de matrimonio. No obstante, ha advertido que en esta relación no se encuentran todos, debido a las dificultades que para la investigación ha supuesto el deterioro de los documentos y el corrimiento de la tinta de algunas páginas del anverso al reverso.
Todos esos datos, apunta, han quedado estructurados en torno a los apellidos ordenados alfabéticamente, siglo a siglo, y un estudio complementario de cada uno en el que se ha destacado el oficio, el año de matrimonio, la procedencia del cónyuge y el intervalo en que nacía la descendencia. En este último aspecto, según ha subrayado, ostenta el récord la familia Blasco, con quince hijos e hijas.
Al final, la investigación llevada a cabo le ha permitido otorgar al apellido Gavilà la condición de uno de los más antiguos entre los linajes actuales de los primitivos ondarenses, en los que no solo se incluyen los cristianos, sino también los musulmanes que convivieron con ellos desde la entrada del rey Jaime I a la villa en 1244 hasta la expulsión de los moriscos por Felipe III.







