Puede ser que alguien diga: ¿Cómo es posible que este hombre invite a salir de Xàbia y no haga estima de la villa? ¿Cómo es posible que ensalce otros lugares y no lo haga de Xàbia? ¿Cómo es posible que proclame las bellezas ajenas en lugar de las nuestras?…
En estos artículos voy escribiendo sobre poblaciones del entorno, porque conociendo las riquezas que nos rodean, los que nos visitan, tendrán nuevos alicientes para regresar a esta tierra a la que la Naturaleza vistió de forma exquisita. El visitante que viene y permanece en Xàbia podrá decir: ‘Esto no lo conozco y me queda por ver. Volveré otro año’.
Los que aquí vivimos y existimos, conocemos muchas cosas, pero también nos faltan otras por conocer. ¿Qué hacéis, queridos lectores, cuando viene alguien a vuestra casa de visita para pasar dos o tres días? Seguro que los lleváis a los sitios que conocéis para que conozcan vuestra tierra ¿Cuáles son esos sitios? Se podría, desde Turismo, hacer una encuesta entre los ‘indígenas’ para conocer que lugares muestran a los que nos visitan. Seguro que nos llevaríamos una sorpresa por lo diverso, por lo extraño, por lo insólito, por la disparidad… y como aquellos ciegos que creyeron que el elefante era sólo trompa, o sólo pie, o sólo oreja… nuestros amigos percibirán Xàbia de distinta forma en función de quien haya sido su anfitrión. Yo propondría un texto resumen dirigido a los del lugar con las propuestas que deberían tener para dar a conocer Xàbia de la forma más completa posible. Porque al visitante hay que darle cultura y también de comer y dormir, pero también lugares y cosas con las que pueda disfrutar su alma y su espíritu.
Cuando ha venido alguien a mi casa ¿Qué he hecho? Depende de la edad del visitante, pero he procurado llevarle a los dos cabos: San Antonio y la Nao y allí que pudiera extasiarse ante el azul de nuestro mar; pasear y caminar por el entorno de los faros y asomarse a los miradores.
Hay un lugar que yo siempre busco porque me dice mucho del lugar: el mercado. En el mercado podemos ver la producción agrícola del municipio y de paso conocer algo de las apetencias de los que aquí viven: los salazones, los embutidos, el pescado, las frutas… y si observamos veremos nuevas tendencias alimentarias producidas por la presencia de visitantes y de inmigrantes. También podemos ver las expresiones que emplean unos con otros. Y en nuestro caso podemos ver la arquitectura del mercado.
Pero hay que ver las dos iglesias y las ermitas, perderse por los caminos que corren cercanos al río y percibir los olores de la madre Naturaleza esplendorosa, las cruces de término, las calles de la villa deteniéndose en las portaladas de tosca o en las rejas de hierro que estaban preparadas para la protección de las incursiones de piratas, los molinos de la Plana, las calas y playas donde bañarse en aguas del Mediterráneo.
Xàbia tiene mucho que ver y todos nos solemos convertir en los cicerones de quienes nos visitan porque siempre nos gusta enseñar lo que es nuestro. ¿Cuántos habéis llevado a vuestros visitantes a ver la llegada de las barcas de pesca? ¿A ver como funciona la subasta del pescado? ¿Cuáles son las especies que aquí se pescan? ¿Cuántos habéis llevado a los visitantes a ver salir el sol?
Seguro que muchos los habréis llevado a las noches con copas en la playa, pero pocos habréis madrugado para apreciar la aparición del sol sobre las aguas del mar, porque esto supone esfuerzo y lo otro no. Hay que mostrar al que nos visita aquello que es bello de nuestra villa. Si lo hacéis bien, seguro que ese visitante quedará con ganas de volver. Porque Xàbia no se termina nunca de conocer. Hay muchas cosas y vestigios en sus piedras, en sus caminos, en sus gentes, en sus tierras que nos pueden asombrar. Pero también hay que cuidar. ¿Cuántos han podido apreciar dos tumbas romanas (de adulto y niño) junto al río Gorgos, descuidadas por la desidia y la negligencia, al final de la calle de la Marina Española? Si las cosas bellas las hacemos feas, poco podemos hacer por prestigiar nuestra villa y a nosotros mismos.