Dr. LUIS SANTOS SERRANO (*)
En los últimos años asistimos a un aumento progresivo de la demanda de plazas de guardería. En las pasadas municipales hubo pocos partidos que no ofrecieran en su programa trabajar por ello. Se supone que este aumento de la demanda viene dado por el aumento del trabajo de la mujer fuera del domicilio, el aumento de familias monoparentales (madres o padres solos o separados con niños a su cargo) o familias emigrantes (de fuera o dentro del país) con poco apoyo familiar para el cuidado de los hijos. Hay datos de la encuesta de población activa del año 2005 que registra un 20.7% de familias que utilizan los servicios de guardería aunque es probable que las cifras reales sean superiores y sobre todo en medio urbano.
Pero la pregunta que hay que responder es cómo, dónde y quién debe cuidar a los niños pequeños. Y para eso hay todo tipo de debates y probablemente no una sola respuesta. Otro día podremos hablar de ello, pero el artículo de hoy quiere ayudar a todos aquellos papás y mamás que en estos días se preparan para su primer año de guardería y todavía se preguntan ¿será beneficioso para el niño?
Intentaremos responder la pregunta analizando las ventajas e inconvenientes.
Inconvenientes:
Es opinión generalizada entre los profesionales sanitarios y los padres que la escolarización precoz supone un aumento de la incidencia de enfermedades infantiles, fundamentalmente cuadros infecciosos respiratorios y diarreas. Hay muchos trabajos intentando cuantificar este dato. En una revisión de pediatras españoles del 2007 en que analizaban 84 trabajos de varios países encontraron un mayor riesgo en los primeros años de vida de enfermedades respiratorias, sobre todo catarros, rinitis y otitis, infecciones de vías respiratorias bajas (bronquitis, neumonías y episodios de asma) y diarreas, que parece consistente a lo largo del tiempo y en los diferentes entornos sociales y geográficos. Incluso en algunos trabajos más exhaustivos se especifican porcentajes de incremento de riesgo por acudir a guardería para cada enfermedad, que varían entre el 50% y el 80%.
En relación al asma, la asistencia a guardería también aumenta el riesgo de nuevos episodios hasta los 3-4 años aunque parece tener un efecto protector entre los 4 y 7 años, efecto que va diluyéndose para desaparecer a los 12 años, edad en la que ya no se reflejan diferencias entre los que han acudido a guardería y los que no.
Otra idea que se esgrime es que la mayor exposición a infecciones en esta edad les protegería frente a otras enfermedades en época escolar. También se han hecho trabajos en este sentido pero la evidencia que aportan es más bien débil. Hoy por hoy no se puede asegurar que esto sea así.
Ventajas:
A la hora de apuntar ventajas, fundamentalmente se anotan efectos psicosociales. La escolarización precoz ofrece oportunidades de adiestramiento y adaptación que en determinados niños o ambientes podrían resultar favorables. Y no me refiero tanto a que aprendan colores, juegos o conceptos que pueden adquirir en casa, sino a la capacidad de relacionarse e interactuar con otros niños. En algunos casos les estimula el empezar a hablar e incluso a comer a aquellos niños que en casa son muy “especiales” para hacerlo.
Una revisión de trabajos realizada en EEUU en el año 98 mostró que para una población desfavorecida o con antecedentes de prematuridad, la asistencia a guardería presentaba efectos beneficiosos sobre el desarrollo de la conducta en la infancia, el éxito escolar y patrones económicos, sociales y laborales en la vida adulta. En otro estudio también de EEUU que siguió durante 15 años a 1.364 niños de guardería, concluían que el beneficio sobre el desarrollo no depende de la asistencia a guardería sino de la calidad de la misma. También concluían que el tiempo que pasaban en la guardería podía influir sobre su nivel de impulsividad. A mayor tiempo de estancia mayor probabilidad de que fueran más impulsivos y manifestaran conductas de riesgo durante la adolescencia.
En conclusión, pueden apreciar que para recomendar o desaconsejar la asistencia a guardería no se puede hacer de forma general. No se trata de estar a favor o en contra de ello. Hay que analizar cada caso en concreto y valorar las circunstancias particulares de los niños y sus familias. No se trata sólo de considerar los riesgos sobre su salud sino de tener en cuenta si la familia dispone de sistemas de cuidado alternativo y en qué circunstancias.
Los riesgos infecciosos pueden ser asumibles en niños sanos pero pueden resultar inaceptables en niños con enfermedades crónicas o especialmente frágiles. En otros niños los beneficios de la socialización y la estimulación que supone la guardería pueden ser superiores al riesgo infeccioso.
Por otra parte, siendo la enfermedad el principal escollo, puede intentar minimizarse buscando alternativas como reducir el horario de asistencia, entrenando al personal sobre la transmisión de enfermedades, extremando las medidas de higiene y marcando normas para el manejo de los casos infecciosos y protección de los contactos. En este caso las guarderías tienen claro el no admitir a niños enfermos pero chocamos con lo dicho en el primer párrafo, para muchas familias la guardería no es una opción educativa sino una necesidad para cubrir su horario laboral y el mercado laboral no entiende de profilaxis infecciosa.
(*) Pediatra. Hospital de Dénia.