Joaquín Costa, el regeneracionista español, escribía, a principio del siglo XX en su obra Oligarquía y caciquismo, que el régimen político imperante en España era una oligarquía de notables. Y por eso no somos una nación libre y soberana.
Esta oligarquía es absoluta, sin ningún poder que la frene o modere y a la cual pertenecen los jefes de los dos grandes partidos, algunos ministros, los directores de dos o tres periódicos principales -que crean la opinión que favorece a la oligarquía- y las grandes empresas monopolísticas.
Más de cien años después, estamos en el mismo lugar en que nos dejó Joaquín Costa, gobernados por la oligarquía absoluta que representan los dirigentes de los dos grandes partidos, los directores de dos o tres grupos de comunicación y los de dos o tres bancos importantes y -en nuestro caso actual- las cinco grandes empresas energéticas.
Analicen ustedes las medidas que los gobiernos toman -éste y el anterior- y a favor de quien las toman y tendrán la confirmación de las palabras de Costa.