Los jóvenes de Aprosdeco imparten un taller de ‘catxirulos’
Tiempo de monas, de huevos, de canciones y cohetes. Y también, cómo no, de cometas. Volar la cometa es un arte antiguo que en la Marina Alta y el territorio valenciano se asocia a los días de Pascua. Puede que lo más cómodo sea comprarlas. Las hay de formas y colores variados y atractivos. Pero fabricarla uno mismo tiene su encanto. Los jóvenes de Aprosdeco se han convertido en maestros artesanos de la cometa. Han impartido un taller en Els Magazinos, el mercado cultural y gastronómico de Dénia, un lugar que les facilita habitualmente el desarrollo de su creatividad. Ellos son los encargados de su decoración, que adaptan y diseñan especialmente para cada evento o temporada, bien sea primavera, San Valentín, verano, otoño, Halloween, Navidad o, como ahora, la Pascua.

Rodeados de telas, palos, adornos, hilos y plásticos, explicaban a los asistentes el modo de hacer una cometa. Se necesitan dos varillas o palos, uno más corto que el otro, y que no pesen mucho. Pueden ser de bambú, caña, plástico o fibra de carbono y han de formar una cruz. La varilla más larga, que suele ser la vertical, se llama espina y la que la atraviesa, travesaño.
Es importante sujetar con un hilo central, y reforzar con silicona, la cruz que forman las dos varillas. Ellas forman el esqueleto de la cometa, al que con unos hilos fuertes que van de extremo a extremo se dará la forma de ‘diamante’.

El siguiente paso, comentaban, es recortar la vela o cuerpo de la cometa. ¿Cómo? Con un molde de cartón que se dibuja sobre una tela o un plástico. Si la cometa es para decorar, se utiliza la tela. Y si se quiere volar, hay que hacer uso del plástico para que pueda ser empujada por el viento.
Los últimos pasos son la decoración y la colocación de la cola, formada por varias tiras o cintas, que le dará estabilidad en el aire.
Los jóvenes de Aprosdeco han aprendido a confeccionar cometas en el centro ocupacional de La Xara. Como han hecho en el taller, han utilizado materiales reciclados. Telas de llamativos colores y motivos variados, pompones, corazones y flores para la decoración, pelucas con tiras plateadas y doradas… Y con todo ello, dieron rienda suelta a la imaginación para hacer sus composiciones.

“La idea”, explica Ana Zambrana, directora del centro ocupacional, “era que pudiesen hacer un taller y después pudieran enseñar a otras personas”. Tuvieron varios aprendices, entre los que figuraban dos niños de Catarroja que disfrutaron de la actividad acompañados por su madre y se llevaron las cometas a casa.
Este tipo de acciones sirven de motivación a los usuarios del centro ocupacional. A la hora de plantear las decoraciones, se buscan actividades con elementos y tareas que puedan adaptarse a las destrezas de cada uno, de modo que todos puedan participar, señala Zambrana. Una vez la decoración ha sido realizada, “disfrutan mostrando a otros lo que hacen y trayendo a sus familiares para que vean el montaje”. “Ver estos espacios adornados es un reconocimiento a su trabajo”, añade la directora, quien agradece el apoyo de Els Magazinos.

Confeccionar una cometa puede llevar unos treinta minutos. Ayer un poco más. Había que enseñar a los que no saben. Que vuele alto o que no vuele, depende del material utilizado, del diamante y, evidentemente, de que haga o no haga aire. Eso es lo de menos. Aquí se viene a compartir, a aprender, a reír, a pensar y a crear.
Mientras se recorta, se pega y se eligen los adornos, se oye cantar aquello de “la tarara sí, la tarara no…”. Estamos en Pascua. Ahora ya saben cómo hacer ‘el catxirulo’. Solo les falta la mona.