Verónica Monsonís (*)
Evitar prejuzgarles, practicar la escucha activa y evitar comparaciones…
Especial cuidado con la forma en la que nos dirigimos a nuestros hijos, tanto si son pequeños como si son adolescentes. Durante las etapas de crecimiento, los jóvenes están en pleno desarrollo físico, psicológico y afectivo, por lo que son altamente vulnerables a la influencia que puede llegar a ejercerse sobre ellos por medio de la comunicación. Cuando nos comunicamos, a menudo trasladamos sin darnos cuenta nuestras propias expectativas, prejuicios y estereotipos y, si no cuidamos dicho proceso, aspectos tan determinantes como la autoestima, el autoconcepto, la motivación y la autoeficacia de los niños y adolescentes pueden verse afectados.
Consejos dirigidos a padres y educadores, con el objetivo de que puedan entablar y desarrollar una comunicación de calidad y positiva con los niños y adolescentes:
Tener cuidado con lo que les dice.
Evitar prejuzgarles o encasillarlos.
No limitar su capacidad: Si desde pequeño transmitimos la incapacidad a hacer algo es muy probable que acabe pensando que no lo puede hacer.
No compararle con otros niños.
Motivarles y animarles hacia el aprendizaje.
Ayudarle a desarrollar su imaginación.
Favorecer el aprendizaje a través de un ambiente estimulante.
Mostrarle empatía.
Practicar la escucha activa: Debemos demostrarles que realmente le estamos escuchando y que nos interesa lo que nos tienen que contar.