MARIANO MARTÍN-LOECHES DE LA LASTRA (*)
En el entorno sanitario, la calidad en las prestaciones asistenciales constituye una de las prioridades de las reformas sanitarias de los sistemas públicos de salud, incrementando y mejorando el papel de los profesionales en la consecución de mayores cotas de salud en la sociedad.
La calidad de vida es un concepto individual, difícil de objetivar, en el que influyen numerosas variables socioeconómicas y culturales, difíciles de controlar y que en los últimos años ha suscitado un enorme interés en el contexto de las ciencias de la salud. La OMS define a la calidad de vida como “la percepción del individuo de su posición en la vida en el contexto de la cultura y del sistema de valores en los que vive y en relación con sus objetivos, expectativas, estándares y preocupaciones”.
Los instrumentos para medir la calidad de vida pueden ser aplicados a la población general, o a grupos específicos de pacientes, aunque también pueden ser aplicados a aspectos fundamentales de una determinada enfermedad o de una población.
Los estudios sobre la influencia de la sintomatología en la calidad de vida de la mujer menopáusica informan de que la edad y el estado menopáusico tenían poca influencia sobre la génesis de los síntomas, pero no así el cuadro vasomotor cuya intensidad fue el principal determinante de la reducción del bienestar general de las mujeres. En las mujeres menopáusicas que no llevan terapia hormonal sustitutiva disminuye considerablemente su calidad de vida, en comparación con las mujeres que llevan el mencionado tratamiento.
Aunque es necesario continuar investigando el impacto del climaterio sobre la calidad de vida y la influencia que pueda ejercer sobre ella la terapia hormonal, las evidencias disponibles actualmente apuntan a que la presencia de un síndrome climatérico reduce la calidad de vida y que la administración de una terapia hormonal eficaz puede restaurar los niveles de calidad perdidos.
En lo que se refiere a la asistencia de pacientes individuales en general, o de mujeres climatéricas sintomáticas en particular, hoy en día la individualización del tratamiento constituye un elemento imprescindible para la toma de decisiones clínicas, seleccionando entre las diferentes alternativas terapéuticas aquellas que reporten más beneficios con los mínimos riesgos y efectos secundarios. La individualización responde a una de las grandes exigencias de la medicina moderna, la elección de un “traje terapéutico a medida” previa evaluación de los beneficios y riesgos individuales, y a este efecto la valoración de la calidad de vida es fundamental como eje principal de esta individualización.