Cuando se habla con Arline rápidamente se da cuenta uno de que está ante una mujer que ha sabido luchar y que sigue luchando por aquello que considera alcanzable y está dentro de sus posibilidades. Se revela cuando ve a algunas mujeres ‘esperar’ que la vida les lleve hacia aquello que esperan, que se lo sirvan en bandeja. Y es que vivir supone luchar, aunque ese luchar no hay que entenderlo como derribar al compañero, sino como ir juntos hacia algo. La unión y la unidad en la persecución de un fin o de una meta siempre ayuda a conseguirla. De ahí su interés en formalizar una asociación de mujeres ‘emprendedoras’, porque todas juntas conseguirían más cosas que desunidas.
Arline es panameña. Nació en aquel país centroamericano en 1968. En Panamá el idioma oficial es el español, pero gran parte de la población habla el inglés con fluidez, y aun añadiremos que en diferentes zonas del país centroamericano se hablan hasta 14 idiomas más. Arline habla y escribe muy bien el castellano, aunque también domina el inglés, el alemán y tiene conocimientos básicos de italiano.
Se aprecia que Arline está acostumbrada a trabajar. Tras estudiar el nivel de bachillerato, dada la situación de su casa, pensó que lo mejor era ponerse a trabajar para ayudar a salir adelante a su familia. El deseo de sus padres hubiera sido que Arline siguiera sus estudios, pero ella consideró más importante el colaborar con la familia.
Hay un influjo familiar en su trayectoria profesional en el mundo de la hostelería y del servicio a los demás. Su madre trabajó en restaurantes norteamericanos de Panamá y su padre en la hostelería y turismo, especialmente en el mundo de los cruceros norteamericanos con un público internacional. De su padre, fallecido hace nueve años, tiene el recuerdo de sus conversaciones en las que les contaba tanto a ella como a sus hermanos sus vivencias en los cruceros y les inculcaba el deseo e ilusión de vivir fuera y conocer a otras personas de distintas nacionalidades.
Arline comenzó limpiando zapatos en el Hotel Marriot de Panamá en el año 1986. Fue ascendiendo año a año de categoría tras pasar los diferentes momentos de evaluación y la concesión del correspondiente diploma. Conserjería, relaciones públicas, atención al cliente, líder, gerente de relaciones públicas fueron las parcelas en las que trabajó. La concesión de un diploma llevaba implícito un curso en Cancún (México) donde se iba formando paulatinamente. En diciembre de 1993, por los méritos contraídos en su trabajo le fue concedida una beca para formarse en Suiza en el mundo de los establecimientos hoteleros. Lo hizo en el campus universitario de Engelberg, especializado en la gestión hotelera. Los estudios de hotelería (no confundir con hostelería) que realizó la capacitan para operar en todas las áreas de un hotel: organizar, administrar, controlar y coordinar todos los sectores; pero su interés especial lo es por las relaciones entre personas y sus particularidades, porque no tiene la misma ‘cultura’ el cliente de un país que el de otro y desde el punto de vista de la hotelería, cada cultura requiere un trato diferenciador.
Siempre es interesante conocer la infancia de una persona y cuando le pregunto a Arline por su etapa de niña me cuenta: «mi infancia, bellísima, siempre hemos estado rodeados de personas de diferentes nacionalidades, culturas, religión, … desde niños se nos enseñó a valorar y respetar al ser humano, a ser solidarios siempre y creo que estos valores solo se pueden aprender en casa. Mi madre, hoy día, trabaja como voluntaria en su grupo de la tercera de edad en Panamá, es muy activa y ayuda mucho a los demás». He ahí unas claves de su personalidad a las que su marido, Wolfgang Kuhn, le dice que le falta ´estructura’, pero de eso hablaremos en el próximo artículo.